Ladrones antiguos
Matilde Herrero, la tía de mi padre, agradecida por las visitas constantes que le hacía y conociendo mi predilección por la materia, me hizo entrega en cierta ocasión de una vieja caja que contenía unas monedas muy antiguas y un libro apolillado que hablaba del fin del mundo. Lo primero lo conservo entre los anaqueles donde guardo los libros y revistas. Y el libro, desgraciadamente, desapareció en casa de un encuadernador desaprensivo que, puede que se lo vendiera a alguno de esos personajes que han hecho negocio con la venta y el expolio en Bilbao de los textos antiguos. La casona de Lores, donde vivió, estaba llena de barreños, palanganas, artesas, baúles y vajillas; un viejo reloj y una valiosa mesa de nogal, labrada a mano en siglos pasados, pieza clave en la que pusieron sus ojos los supuestos mendigos o visitadores que llegaron hasta este alejado pueblo. El asunto vuelve a removerse, con la detención la semana pasada de una banda en Madrid que se dedicaba a e