Las frutas a todos pertenecen...

Mi primera reflexión, con la que comulgo plenamente es la cita de Jean-Jacques Rousseau, que en su discurso sobre el orígen de la desigualdad entre los hombres expone:


«El primer individuo al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir "Esto es mío" y encontró a gente lo bastante simple como para hacerle caso, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no le hubieran ahorrado al género humano el que, arrancando las estacas o cegando el foso, hubiera gritado a sus semejantes: "Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que las frutas a todos pertenecen y que la tierra no es de nadie".»

Y la segunda reflexión es la que yo mismo me hago, exponiendo como expongo a diario en los diferentes medios donde colaboro mi pensamiento y mi obra:

"Reconocemos y admiramos al autor, pero nada le debemos. Debemos citar siempre su nombre, al extraer una partícula de su obra. La lectura de un libro, la visión de una película, es nuestro verdadero reconocimiento y apoyo. Nadie se aparta de pagar un canon justo que vaya destinado a sus verdaderos creadores, pero a los autores, a los productores, nunca a una sociedad que en ningún caso va a distribuirlo con justicia y que ya ha dado sobrada muestra de su voracidad recaudadora."

Como autor y, totalmente en contra de ese canon que denominan derechos de autor,- ¿qué tabla utilizan para medir a depende qué autores?-, me pregunto, ¿por qué las asociaciones de hostelería y las asociaciones de video, no luchan para que sean los autores y los actores los que paguen una cantidad a quienes se encargan de exponerlos en público, dependiendo de lo que se oigan y lo que se vean, y de las cotas de audiencia que alcance cada uno de ellos en los diferentes establecimientos?

Publicado en varios diarios y revistas

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