Ahora que el futuro de una de nuestras empresas más emblemáticas está en el aire, parece que se acelera la autovía del Cantábrico, como si fuéramos contra corriente, como si algo nos condenara a tomar con una mano la miel, sin dejar de apoyar sobre nuestros labios un hisopo cargado de vinagre.
Mucho se habla.
Mucho se escribe.
No hay rosas sin espinas.
No hay camino sin cuesta.
Frente a la desolación, todos unidos. Algún resquicio tendrá el muro poderoso que os niega el sosiego. Y ya nos acoplaremos como sea a las manifestaciones de futuro-.