La familia y uno más
Parece como si la ambición de los grandes culebrones venezolanos que inundaron años atrás las televisiones y que aún siguen coleando, hubieran hecho acto de presencia en Aguilar. De la bronca no se escapa nadie; de las crisis, tampoco. Y por más que nos preocupe e incomode, hay capítulos en los que no podemos mediar. Aunque las inyecciones públicas a esta empresa palentina nos da cierto derecho. Cada cierto tiempo viene un huracán nuevo, llámese Fontaneda o llámese Gullón y vuelve la intriga, los temores, la incertidumbre… Creo que también, la incredulidad. Sobre todo incredulidad porque, aunque madre e hijos se disputen la empresa y aunque Gabaldón sea uno de los artífices de su crecimiento, no se ha pensado en los trabajadores que contribuyeron también con sus manos a hacerlo posible. Y como de costumbre, los sindicatos hacen caer la voz tardíamente, con timidez, como que quieren, que no quieren… Incredulidad porque, aunque el emprendimiento tenga mucho que ver con el entor