Todo lo demás

Detrás de algo que tenemos, detrás de algo que nos ha costado mucho trabajo conseguir; detrás de algo bueno para el pueblo, que se debe a la buena gestión de nuestro alcalde, o a la ayuda del Presidente de una Institución, por detrás de todo lo bueno y lo malo siempre hay algún recelo.

Primero se pide, se insiste mucho para que la voz autorizada lo remueva y la mayoría pueda sentirse agradecida u orgullosa por la labor de aquellos pequeños pueblos, cuyos alcaldes, tomando de su tiempo y de su dinero, han ido haciendo cosas, lo que buenamente han podido.

Es indudable que esto ya lo sabemos, pero en este mundo de intereses creados, se hace extraño que, expuestos como están estos pequeños capitanes al vituperio y a las mareas, vuelvan a repetirse en el cargo, que si te anima mucho el arropamiento de la mayoría, se te hace casi imposible lograr nuevas metas con los presupuestos tan escasos.

Cuando el pasado mes de mayo vi en nuestro diario el reportaje de nuestra amiga Marta Redondo, enseguida pensé que mi amiga podía estar bajo los efectos de algo, lo que le hacía ver y, como es lógico, contar las iniciativas a destajo que provenían de esa Ley de Desarrollo rural tan manoseada en estos días.

Pero los mensajeros no tenemos la culpa de lo que pasa, aunque nos llevemos las primeras patadas o seamos presas fáciles del primer chistoso que por allí pasaba.

Yo creo que ofrecer nuevos y llamativos proyectos sin que se hayan hecho realidad algunos de los más imprescindibles, como la mejoras de las carreteras que comunican a estos pueblos, después de 20 años ofertando, es como para decirles a quienes pudiera interesarles esta tierra para vivirla, que si vienen, lo hagan por todo lo demás; es decir, por el paisaje, por la tranquilidad, por la gastronomía, por el románico, por esa esencia de candor que todavía se respira en muchos de estos pueblos…

Yo creo que, aunque les debemos agradecimiento, a los alcaldes, que tienen fuerza, aunque sean capitanes de pequeños barcos, les falta una señal de rebeldía, un acto reivindicativo donde se defiendan antes que todo ese cúmulo de cosas que nos enganchan a un lugar, unas vías de comunicación decentes que permitan el desarrollo y el disfrute de todo lo demás.

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