Una lenta agonía
Es muy probable que, quienes me juzguen en el futuro, encuentren en la visión nueva de estas tierras motivo bastante para disculparme. A mi me sorprende, primero, la actitud de quienes gobiernan, que no ignoran el lento y progresivo declive de esta tierra. Hoy con más motivo que antes para reprocharles las carencias a las que siguen haciendo oídos sordos. Me sorprende la actitud de paciente espera a la que parece apostar la oposición. Los políticos, en general, da igual el signo, han sido un lastre para el progreso de esta tierra. La carretera que ahora con lentitud vuelven a planificar, comenzaron a proyectarla en la década de los ochenta, treinta años atrás, que se dice pronto, como si treinta años no fueran nada, cuando implican, y de qué modo, el resurgimiento o la muerte de una tierra como la nuestra. Nos prometieron un hospital, qué gran mentira, y yo el primer panchito que voy corriendo y se lo cuento a ustedes emocionado, alabando aquella proeza de Mañueco