Decía el político y estadista español Francisco Cambó: "Hay dos maneras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable".
Pedir un hospital para Guardo, un hospital para Cervera, unos ambulatorios abiertos de lunes a viernes en los pueblos más importantes, no es pedir algo imposible, pero estamos condenados al desastre igualmente porque, todo lo que se ignora, se aborrece. Y se ignora la realidad por la que pasan nuestros pequeños pueblos, que luchan cada día con las armas que tienen contra lo inevitable.
Miguel Angel Cardo, procurador leonés por el partido socialista declaraba recientemente que con esta decisión de retirar médicos y enfermeros del mundo rural para trasladarlos al área urbana se condena al abandono de los pueblos de aquella provincia. Se tarda muchos años en arreglar la única carretera que los comunica con Potes y Cervera, que en ello están y parece que la obra, que no complace a casi nadie, tardará años en culminarse. Se habla de retirar o encarecer las rutas de transporte público, se suprimen escuelas y, así, volvemos a las andadas y de ahí que muchos de los vecinos de estos pueblos, ante este panorama cada día más sombrío, hayan optado por la compra de una vivienda en Cervera o en Aguilar a la que se irán trasladando en busca de todos esos servicios que ahora se les retira, terminando por asentarse allí definitivamente.
Leo hoy mismo en un diario regional que representantes de la Junta, de la Diputación y de las Cámaras Agrarias han hecho acto de presencia en la Feria de San Bernardo, para apoyar emocionalmente a estas zonas ta alejadas. ¿Eso es todo lo que pueden hacer nuestros representantes en las Instituciones? ¿Quien nos salvará de este desmantelamiento que se avecina, cuando tan escasa es nuestra fuerza?
Imagen: Buitres en Peñasendino, por @Pumar59