Agua para el enemigo

¡Quién no se ha sorprendido alguna vez al comprobar que el mayor enemigo estaba en casa!


Aun cuando nadie pueda negarte que has dedicado una vida entera a la defensa y la promoción de tu tierra, y ahí está la hemeroteca de los medios de comunicación para corroborarlo, siempre se suscitan mareas contrarias y opiniones encontradas, cosa normal por algunos artículos donde se ha tocado la fibra de aquellos que mandaban y donde este servidor se ha podido mostrar pelín incisivo, puede que hiriente a veces, con la idea limpia de despertar a sus paisanos.

Aunque nunca he estado vinculado a ningún partido político, la vena se me hacia la izquierda, si es que estar en contra del capitalismo es de izquierda, si es que pinchar a los alcaldes para que se muevan y no se queden esperando a Mahoma es de izquierda, si es que pedir ayuda y soluciones para la montaña es de izquierda. Pero sobre todo, por la política social que en la derecha no se contempla de igual forma. Coño, si es que para los creyentes lo acaba de gritar el Papa, les llaman comunistas a los quieren erradicar la pobreza y tiene toda la razón, aunque ha llegado tarde para volver al rebaño a tanta gente cansada de promesas. El individuo en cuestión, reñido con el mundo, me espeta en un bar de Pernía: "ahora que ya no soy alcalde tengo que decirte que has hecho mucho daño a la zona”. No sé quién le habrá convencido ni a qué fin vienen tales acusaciones, cuando ni siquiera me ha leído. Pensaba el susodicho que a lo mejor le iba a echar las manos al cuello o me iba a liar en una gresca por albergar tan sucios pensamientos sobre mi desinteresada entrega a la defensa de la montaña, todo porque seguramente le pareció descabellado mi artículo sobre la embotelladora o sobre algún asunto donde él como alcalde pedáneo se vio comprometido. Ni por asomo me imaginaba que un tío que fue conmigo a la misma escuela, que marchó pronto a recorrer mundo, viniera con estos puyazos a estas horas, pero ni a él ni a quienes piensan como él les voy a dar el gusto de callarme.

Porque eso a fin de cuentas es lo que quieren quienes se apañan bien con lo que no reciben en justicia y esperan bien sentados que alguien les traiga a la puerta de casa soluciones.

De la sección "La Madeja" para Diario Palentino y Globedia

LO + VISTO

Pueblos desaparecidos

Pueblos desaparecidos y despoblados (II)

El descubrimiento del carbón

El Santuario del “Carmen”

Curavacas

Guardo