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Las frutas a todos pertenecen...

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Mi primera reflexión, con la que comulgo plenamente es la cita de Jean-Jacques Rousseau, que en su discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres expone: «El primer individuo al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir "Esto es mío" y encontró a gente lo bastante simple como para hacerle caso, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no le hubieran ahorrado al género humano el que, arrancando las estacas o cegando el foso, hubiera gritado a sus semejantes: "Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que las frutas a todos pertenecen y que la tierra no es de nadie".» Y la segunda reflexión es la que yo mismo me hago, exponiendo como expongo a diario en los diferentes medios donde colaboro mi pensamiento y mi obra: "Reconocemos y admiramos al autor, pero nada le debemos. Debemos citar siempre su nombre, al extraer una partícula de

Otro crímen de género

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No puedo evitar un estremecimiento cuando pienso en una muerte. Todas las semanas, por lo general una mujer, acaba muerta a manos de su pareja. Lo leo y me resisto a creerlo, aunque no los conozca, aunque el hecho suceda a 500 kilómetros  de distancia. Mi llanto no está marcado por la consanguinidad , pues ningún  lazo me une a ellos. No derramo lágrimas , ni sale el asunto a colación  en la conversación  con los amigos. Yo creo que nos estamos acostumbrando a verlo. Es como una liga en la que semanalmente toman partido cuatro asesinos imprevistos. Mi lamento viene de muy adentro y tampoco me sirven de desahogo estas cuatro letras que ahora les manifiesto. Pregunto: ¿Nos sirve de algo tanta educación  como recibimos?¿Nos vuelven locos los celos o la envidia?¿Puede llevarnos una pequeña discusión  a una matanza? A mi  me pasa como a Solón que, cuando le dijeron: "llorar no te devolverá  al muchacho", contestó el legislador griego: "Por eso lloro, porque no tiene remedi

Viaje al otoño, punto final

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Decir adiós y no marcharse nunca Decía mi abuela que, para algunos seguirás siendo enemigo aunque mees agua bendita. Y las abuelas llevan mucha razón, porque ya están curtidas y a la vuelta de tantas cornadas como les dio la vida.  Con este recorrido personal hacia el Otoño he querido revivir viejas historias sin ánimo de encontrar nada especial, con la vista puesta en estas largas vegas ahora rociadas con el anuncio del invierno. He vuelto al Norte que me dio la vida, San Salvador de la leyenda, a los pueblos que sentimentalmente recorrimos hace años:  Herreruela, pueblo pequeño, el último de la Castillería, en cuya vieja Casona un vecino de Cervera quiere abrir un Museo; Celada de Roblecedo, el más grande de la comarca en otro tiempo, antes de la explosión de futuro que promovió la industria; San Felices, Estalaya y Verdeña, patria de Matías, en la misma boca de los lobos. Tremaya, donde casó Luis Guzmán después de ejercer como maestro en una escuela derrumbada: Los Redondos,

Un mes de cuatro días

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Otra vez la memoria. Otra vez la sintonía del último estertor de Miguel Ángel Blanco. Llevamos camino de resumir todas las muertes en una, de publicar la memoria absoluta de un hombre, es verdad, inocente, indefenso, mártir, víctima como tantos otros de la casualidad, de la fatalidad, acaso del destino ... Otra vez la recompensa del recuerdo. Siempre a titulo póstumo, y con ello, de alguna manera, la injusticia que se le hace al resto. Todos los muertos son iguales. Todos los muertos nos merecen idéntico respeto, la misma publicación que insista en el vil acto y en el inútil ejercicio de quebrar una vida... Todos los muertos son iguales, hasta los muertos de nuestros enemigos, de quienes nos consideran enemigos y objetivo, porque fueron empujados a matar por el miedo, por la disciplina, por la amenaza de un poder oculto.  Y porque todos son iguales, no podemos limitar el homenaje a un libro, a un hombre, a un partido político. Es cierto que el pueblo estalló

Los niños en el punto de mira

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NADIE sabe con certeza lo qúe pasó en el caso de Louise Woodward, la muchacha de 19 años acusada de matar al bebé que cuidaba. Ni quienes la juzgaron, ni quienes la defendieron, ni los medios de comunicación que contaron el veredicto: culpable de asesinato en segundo grado. Sólo lo sabía ella y ella dijo que era inocente. En España la justicia no anda bien que digamos, pero los ejemplos que nos llegan de fuera tampoco tienen nada que envidiar. Ahí está el caso del joven español acusado de asesinato por su antigua mujer, el famoso caso del no menos famoso O. J. Simpson, y - el de esta joven inglesa a quien la experiencia americana le habría supuesto la cárcel de por vida. Tampoco parece cierta la afirmación de una corresponsal británica, concretamente del diario "The Guardian", que al ser preguntada por qué razón los padres no habían reaccionado al saber el destino de su hija, declaró: "Los británicos no solemos inmutarnos ni por lo bueno, ni por l0 malo"

A cada uno lo suyo

Hay quien asegura que cada uno tiene lo que se merece. Sabemos que a cada persona le toca representar un papel en la vida, a veces, muchas, bien lejos del que hubiera soñado. Unos, que todo lo hacen medianamente, triunfan en todo: les aclama la gente como cantantes, como escritores, como personas de confianza. En cambio, otros, que desempeñan a la perfección un oficio, viven a golpes, sin permitirse una jornada de descanso para dar de comer a los suyos. Unos, véase algunos presentadores de TV, algunos locutores de radio o jugadores de fútbol, cobran millones por unos minutos de programa o de partido; otros léase la mayoría trabajadora, incluso los mismos compañeros de aquéllos que tienen una cláusula de rescisión de 15.000 millones, llegan a la jubilación haciéndose la dichosa pregunta: ¿cada uno tiene lo que se merece? Yo creo, sinceramente, que no nos merecemos la historia que vivimos. Y no se está pidiendo un imposible. Ya sabemos que hay clases, rangos, reyes, pero las diferencias

Cinco monjas, un destino y el sermón de Ferreras

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Ya me ha dado usted un buen sermón, señor Ferreras. Eso sin conocerme. Y usted que pertenece a la Iglesia me ha llamado ignorante y mentiroso, después de veinte años predicando a la provincia y de la provincia, por amor; sólo y exclusivamente por amor. Eso ha despertado a los cobardes enemigos que me leen y que, de tarde en tarde, sin dar su nombre, me llaman y dejan mensajes de euforia a los más allegados: "Lee, lee, verás cómo te ponen hoy". Pero usted no se ha quedado corto ni manco y ha metido en el saco, guiado por una obsesión enfermiza, a mis amigos, a todos los que me leen, a quienes le han publicado a usted el artículo en primera página, sin censurarle ni siquiera un insulto, porque no he llegado a las primeras páginas del periódico por mentiroso ni agorero. Está bien, a mí me agrada que le publiquen todo, porque para eso he defendido en otras circunstancias la libertad de expresión. Y una de las consecuencias con las que ya cuento de antemano es la discrepanci

El destino

¿Está escrito el destino? Esa es la gran pregunta. Probablemente, sí. Nacemos predestinados a... y no hay regla que valga. Que por una casualidad pueda evitarse una catástrofe, no impide que el ser humano, haga lo que haga, sea de la condición que fuere, tenga ya asignado su sino. A veces, ese final más o menos trágico, lo vamos presintiendo rodeados como estamos de depresiones y de amagos de infarto. Un día, de improviso, junto a la trayectoria rutinaria de nuestra ajetreada vida pasa una ráfaga de viento y nos arrastra, dejando acá entre los allegados la sorpresa y la típica frase: ¡qué bueno era¡ Mira, lector, la rueda del destino es imparable y no valen seguros de ningún tipo. Hoy estamos aquí, rodeados de planes de futuro y de jubilación cuando está escrito ya nuestro final. Que tenga o no sentido la vida es discutible, pero no hay plazos para la muerte. Lo verdaderamente penoso es que seamos felices haciéndonos rabiar, sabiendo como sabemos lo contado que lo tenemos todo.

Viaje al otoño (III)

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De aquellos políticos, este Golobar Hace unos días, el compositor Luis Guzmán Rubio, a caballo entre Tarragona y Palencia, amigo entrañable a pesar de la edad y la distancia, estuvo en San Salvador y me dejó un mensaje, porque sabe que en estas latitudes es muy difícil encontrarme en casa. Y lo recalcó bien -según testigos- que por nada del mundo me metiera en política. Aunque con menos bagaje y experiencias, vengo movido por eso que ahora llaman cultura. Me apasiona escribir y en otro tiempo también viví la música en solitario y con otras personas. Fue allí cuando ya me di cuenta que la política estaba en todas partes, se filtraba como el agua o el aire por todos los resquicios. Era como un fantasma inoportuno que siempre paseaba sus demonios, llegando a provocar la guerra una frase que algún sector del público rechazaba por cuestiones de equivocado patriotismo. Uno de los últimos años, ofrecí en León, durante una semana, una serie de recitales. La mayor parte de los temas eran c

Viaje al Otoño (II)

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Mío, Tuyo, Nuestro, Suyo Todo el mundo parecía relajado hasta que a mediados de octubre se filtró la noticia. El presidente de la Diputación, Jesús Mañueco, había establecido ya contactos con el consejero de Sanidad de la Junta de Castilla y León y con el ministro del ramo, señor Romay Beccaría. El asunto a abordar era la posible construcción de un hospital en el norte de la provincia, cuyo coste rondaría los 500 millones de pesetas. (Después de los 24.000 millones del Guggenheim, esto parece agua de borrajas). Pero lo que parecía más difícil, que era llevar ante alguien el propio plan, ha resultado ser lo más sencillo y es a la hora de buscarle un enclave idóneo cuando nadie parece querer ceder un ápice; cada cual quiere mover ficha a su antojo y todo el mundo encuentra causas más que justificables y defendibles para hacerlo. Ahora bien, en otras circunstancias y proyectos puede ganar cualquiera, para un hospital sólo hay un punto idóneo por una razón básica. Cervera de Pisu

Cinco monjas y un destino

Hay asuntos que nunca entenderemos, por más devoción y esfuerzo que pongamos en ello. Una de estas historias, de la que se han ocupado estos últimos días los medios de comunicación, habla de cinco monjas que viven o vivieron en el Convento de la Asunción, de Espinosa de Henares, en la provincia de Guadalajara. El obispo de Sigüenza les ha ordenado que disuelvan la Comunidad y abandonen el Convento. A estas monjas les viene como anillo al dedo aquel poema de Juan Ramón: "Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin gozo blanco, sin cielo azul y plácido... y se quedarán los pájaros cantando". La Iglesia que busca misioneros, que anhela vocaciones, que desespera porque parece que la devoción se está perdiendo, les ha dado una buena patada en el trasero a estas monjas de Espinosa, que cuidaban la huerta y repartían las horas entre el rezo y la limpieza del convento. Les han echado de casa y no ha servido la cuenta corriente con noventa millones que durante el s

La otra vía

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Alfonso J. Aparicio Mena, que me brindó el prólogo de uno de mis libros: "Tradiciones y leyendas", y que anduvo profundamente inmerso en ese mundo de las piedras, con la publicación de una revista 'Suiseki", ya escribía a propósito de "La otra vía', en 1984, mencionando entonces la tranquilidad y la imagen serena de estos pueblos: "donde la gente aún se sienta a las puertas de la casa las tranquilas noches de verano", y recuerdo ahora que, frente a tantos caminos como se nos brindan, proponía la alternativa rural. Veinticinco años después, aquella premonición de mi buen amigo se ha cumplido con creces, hasta el punto de encantar a mucha gente que nunca creyó que dicha alternativa consiguiese frenar el constante goteo de la emigración.   Para ver, hay que andar, otro lema que bien podría añadirse al de venir para volver, pues sabemos que la belleza que brota al otro lado de los pueblos, queda sólo a merced de montañeros y pastores. Es verdad

Momentos

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Todos nos hemos detenido a pensar alguna vez en la vida. Vivimos de momentos, de pequeñas compensaciones, de pequeños proyectos. Nos ilusionamos ante la simple proyección de un fin de semana, una cena con los amigos, un encuentro con la persona amada... Pensando en todo esto, sabemos que no es conveniente amarrarse demasiado a historias que no tienen sentido o que implican peligros para nuestra familia, para nosotros mismos. Si entregamos mucho más de lo que pedimos; si por norma general, merecemos mucho más de lo que nos dan, no podemos en un momento de descuido y de desconfianza echar por la borda tantos sueños. Excepciones hay muchas. Hay razones suficientes a veces para desanimarse. Los momentos gratos se cuentan con los dedos de una mano, por eso debemos reflexionar para tratar de conseguir el máximo numero de ellos sin volver la cara hacia el abismo, con la seria propuesta de vencer esa enfermedad que nos acecha, ese vicio que nos mina, ese malestar que nos atormenta a veces s

El precio de la fama

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Los famosos suben como la espuma. Cuentan a manos llenas sus triunfos. Sin ellos, la vida en estos años no tendría mayores alicientes para nosotros, los restantes mortales, casi todos preocupados por las historias pequeñas. Reconozco que a este lado de la tapia echamos de menos muchas cosas, aunque no imprescindibles para vivir, sí necesarias para viajar por este mundo que el ser humano se ha empeñado en cargar de veneno. Y nada se puede hacer, esa es la impresión general, mientras tanto, ellos siguen subiendo, siguen jugándose a una carta todo. Es triste que debamos conocer a duques y princesas por detalles que poco o nada tienen que ver con ellos, huyendo a diario de la ruleta de periodistas y fotógrafos que saben que una foto puede hacerlos millonarios. Ahí están los personajes disfrazados, representando un papel cada día, fundidos entre manjares generosos, reapareciendo entre alguna que otra fiesta benéfica, cansados ya de tanto maniqueo en las páginas de sociedad de los per

Se abre el telón

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Se abre el telón. Empieza la historia. Otra historia como las anteriores, mezcla de afán y soledad. "Tanto tienes, tanto vales". Y se repiten, desgraciadamente, leyes que levantaron los humanos viejos y donde hemos vuelto a tropezar nosotros. ¿Qué somos? ¿Qué buscamos? Tenemos un mundo inalcanzable, buscamos más allá de las cosas, costumbre propia de nuestra raza que se pasa la vida haciendo récord en un determinado campo, que otros individuos se encargarán de romper unos años más tarde. Pero se abre el telón. La vida continúa, hay que vivirla, no sabemos muy bien cómo, he ahí el gran interrogante de nuestro gran poeta Jorge Manrique: ¡Cómo se pasa la vida, cómo se llega la muerte...  La vida, muchas veces, no tiene nada que ver con la religión. Hay personas que pasan por ella sin convencerse de que Dios exista. Pero viven, y te ayudan a pasar alguno de esos puentes que la vida te tiende. ¿Quién los tiende? No obstante, hay una frase en la Biblia qu

Poesía

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SI, debo confesar que vivo de verdad desde que aprendía a mirarme en el espejo de la poesía. Lo que en boca de muchos aficionados y eruditos había considerado como insolencia muchas veces, es hoy lo único que da sentido a mi existencia. "Sobre la Tierra, antes que la escritura existió la poesía "Pablo  NERUDA Los críticos, normalmente, prefieren discutir la obra desde profundidades que no entiendo, bailan a su antojo el significado de las palabras, perfilan con sus ojos de lince el sentido filosófico o moral que el poema lleva, pero procuran pasar de largo como si la poesía no estuviera depositada en cada una de esas cosas que nos emocionan, que nos provocan, que nos relajan... La vida se compone de desencanto y de poesía. Abunda más lo primero que lo segundo. Lo primero es el resultado de no querer ver lo segundo; de ignorar que la ilusión, la esperanza, los sentimientos... todo aquello que nos alienta, viene dado por el poema depositado de alguna manera, en t