La huella del románico
He nacido donde nace una de las más bellas espadañas del románico y en un entorno donde te das de frente, a cada paso, con el románico más puro. A finales del pasado mes de Julio, en compañía de Eduardo Gutiérrez, amigo guardense con el que comparto tantas sensaciones y retazos de vida, y con la complicidad de Cristina Párbole, todos tras la huella del románico que atesoramos, volvíamos a visitar el interior de la iglesia de Santa Cecilia, en Aguilar, una de las obras claves del románico norte. Allí sorprenden los capiteles vegetales e iconográficos, especialmente, el que relata el dramático episodio de la Matanza de los Inocentes. "Hasta de Tokio han llamado preguntando por él" -nos dice la guía, quizás para que nos impliquemos más en la observación de los detalles-. La elaborada cota de malla que cubre a los soldados, los pliegues de sus mantos, los botines que calzan... Al fondo de la iglesia, en la pared que mira hacia la puerta principal, y obra del escultor Ursi