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Otero de Guardo

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Otero, en el diccionario, es un Cerro aislado que domina un llano. Para quienes han estudiado sobre los topónimos de nuestros pueblos, Otero es pueblo del alto de Guardo, lugar por donde discurre uno de los cordeles de la Cañada Real Leonesa. (100) El pueblo ya es mencionado en el libro Becerro de las Behetrías de Castilla en 1352, señorío de Juan Rodríguez de Cisneros. Y entre esas curiosidades que nos depara la historia, desde 1636 a 1801, Otero perteneció a la provincia de Toro. Cerca del pueblo existió una casa de baños sulfurosos, hoy cubierta por el pantano, a la que acudían muchos enfermos de las comarcas cercanas. En el "Castrillo", un otero cercano, existía un yacimiento de pizarras, que se utilizaban, entre otras cosas, para afilar las navajas de afeitar. El 22 de Julio de 1918, la víspera de una boda, un cohete cayó sobre un tejado de colmo, provocando un incendio que quemó la mitad de las casas del pueblo. En 1920 se introdujo la corriente eléctrica. Año

El duende de Tarancueña

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En la comarca de Caracena, provincia de Soria, se encuentra la localidad de Tarancueña, integrada en el municipio de Retortillo de Soria. Ya en el censo de 1787, ordenado por el Conde de Floridablanca, figura como lugar del partido de Caracena, bajo la autoridad del alcalde Pedáneo nombrado, seguramente, por Andrés Manuel Alonso Pacheco, VII Duque de Uceda. Al adentrarme en la historia de estos lugares, y en Caracena, encuentro referencias a los símbolos y alegorías que pueden apreciarse en los arcos de su iglesia y que, a buen seguro es conocedor mi buen amigo Manuel Gila, gran estudioso del románico. Lo cierto es que, en Tarancueña, una localidad que no llega a la veintena de almas, se suscita a finales del siglo XIX la leyenda del duende.  Una "Dama Blanca", comienza a pasearse por la casa de un matrimonio a raiz del nacimiento de su primogénito.  Parece que es sólo la madre la que puede verla, aunque no escapan para nadie todos los efectos que conlleva el hecho: vela

Orbó

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Enclavado a media ladera del monte Terena (1337 mtr), lugar de muchos acontecimientos en nuestra guerra fratricida (1936–1939). Es el lugar más antiguo del valle. Quienes han hollado en su historia hablan de orígenes, posiblemente,  “íberos”, al poder interpretarse como “urbajo”, el lugar del hayedo cerca del río, aunque otros investigadores de la toponimia lo asocian a la raíz vasca “orb”= vacío. Cuando Madoz hace su Diccionario en 1845 ya estaba este pueblo agregado a Brañosera y se menciona una mina de carbón muy abundante. Fue el primer pueblo de la cuenca minera palentina donde se empezó a explotar el carbón a mediados del siglo XIX. Tres son las empresas principales que se citan; la Esperanza de Reinosa, que explota el extremo Este; El Crédito Mobiliario, que trabaja en la parte central y La Compañía General de Minas, que abarca el extremo occidental. (48) Desde primeros de siglo, se celebra en la localidad un mercado de trueque, que cada año reúne a un mayor número de pa

Devoción de leyenda

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Leo en una revista de folklore que las leyendas se gestaron a partir de un hecho real que se ha ido adaptando a lo largo del tiempo para dar respuesta a las necesidades de quienes las transmitían, bien para obtener una moraleja, bien para explicar algún hecho curioso. La leyenda es una historia ficticia, inventada, eso sí, para dar explicación al nombre de un lugar, o a un suceso que tiene que ver con la zona de la que hablamos. Primero surge la historia, el hecho, el acontecimiento y, detrás, surge la leyenda que hace uso de animales, sonidos y misterios, condimentos que se van engordando de boca en boca, que era como nos llegaban antes las historias, y que, en estos lugares apartados, se rodean de esa aureola especial, donde, hasta el más extraño relato adquiere sentido. Ya hemos citado muchas veces la leyenda de la muda que bajó acompañando a su señora, la condesa Elvira, por la parte más agreste de la Peña Tremaya y que, pasado el peligro, canta al llegar al pueblo que a parti

Iglesia rupestre de Olleros de Pisuerga

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En tiempos de la Reconquista y allí donde las características del terreno lo permitían, se fundaron monasterios e iglesias excavadas sobre la roca viva. Tanto por sus dimensiones como por su estado de conservación, la iglesia de Olleros de Pisuerga ha sido denominada popularmente como la catedral de la arquitectura rupestre española, otros la nombran como "la basílica del eremitismo rupestre". En el cuidado blog de "arquivoltas" hacen un estudio profundo de la misma, el acomodo de su fábrica sobre las verticales laderas del Monte Cildá (18), un monte donde se han encontrado abundantes restos arqueológicos de civilizaciones prerromanas, y donde se ubica –según los investigadores- la ciudad cántabra de Vellica. Se citan también allí las tumbas antropomórficas que se encuentran en torno a ella y al abrigo de la pared rocosa. Su restauración se llevó a cabo dentro del Plan de Intervención Románico Norte, y fue considerada como un ejemplo por el jurado de los Pre

Olleros de Pisuerga

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Se instala el caserío a la margen derecha del río Pisuerga, frente a las estribaciones del monte Cildá. Peralta Labrador en el estudio sobre la primera tésera de hospitalidad documentada, reconoce que se trata de un ejemplar inédito aparecido en Olleros de Pisuerga. A estos importantes hallazgos se une un ara romana recientemente aparecido en una casa del pueblo, que se fecha entre los siglos II y III de nuestra era. En el Becerro de las Behetrías figura como “Olleros cerca de Becerril” y su toponimia hace clara alusión al oficio que ocupó la vida de sus habitantes (fabricantes de Ollas), de donde se deduce el significado de su nombre: “el lugar de los Olleros o Alfareros”. En el censo de 1842 se cuentan 15 hogares y 78 vecinos. A mediados del pasado siglo formó parte junto a Lomilla y Valoria del municipio renombrado como Valoria de Aguilar. Pero no solamente corre el arte por las venas del pueblo. La Gran Paella, que comenzó en 1993 como una celebración entre amigos el día d

Una limosna para la Colegiata

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Avelino, un emigrante en la ciudad condal, unos años mayor que yo, me va recordando cosas cuando nos encontramos en verano. Cosas, algunas, muy curiosas, que no sé si llegaron a los cronistas de la época o si se escribieron en alguna parte donde pueda contarse luego. Me cuenta que una de las últimas reformas que se llevó a cabo en nuestra iglesia, se consiguió gracias a la colaboración de todo el pueblo. Yo tenía un vago recuerdo de las obras que se ejecutaron en esta colegiata de bello porte externo, cuyo interior renace al descubrirse la piedra, cuando en el frente lucía un retablo y el sacerdote oficiaba de espaldas a los feligreses. Avelino lo recuerda perfectamente y recuerda que el cura se llamaba don Teodoro, y que mandaba cartas a los que estaban fuera, para pedirles una aportación. Así les llegaba la carta a quienes trabajaban en los Pinos en el País Vasco o a quienes emigraron a Suiza o Alemania. El hijo mayor de Abilio Iglesias, me recuerda que llegaron canteros leb

Nada por lo que felicitarnos

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Llegado este momento, toca desmadejarse un poco. Como ateneísta se impone felicitarse porque, uno ha visto parcialmente hecho realidad el sueño de unir corazones que potencien y agiten la vida cultural de Palencia, que remuevan conciencias, que susciten ideas, que nos sorprendan de vez en cuando con la palabra de un autor, de un cantautor, de un artista. Pero no se fien, no piense nadie que remover o agitar conciencias es un lema cualquiera y ya está todo hecho. Por idéntica ilusión pasé con la fundación de Fuente Cobre a primeros de este siglo. Y alcanzamos los 300 socios en la montaña, un record de milagro en un lugar tan lejano, de todas las manos olvidado. Por un lado, me gustaría poner punto final a esta Madeja. Lo medito, lo doy vueltas. O me arrastra el entusiasmo, o me descoloca la apatía, que ambos luchan por imponer su criterio a estas alturas de la vida.  El entusiasmo porque te siguen rondando ideas en la cabeza, como para no descansar nunca y, la apatía, que se cuela