Cinco monjas y un destino

Hay asuntos que nunca entenderemos, por más devoción y esfuerzo que pongamos en ello. Una de estas historias, de la que se han ocupado estos últimos días los medios de comunicación, habla de cinco monjas que viven o vivieron en el Convento de la Asunción, de Espinosa de Henares, en la provincia de Guadalajara. El obispo de Sigüenza les ha ordenado que disuelvan la Comunidad y abandonen el Convento. A estas monjas les viene como anillo al dedo aquel poema de Juan Ramón:

"Y yo me iré; y estaré solo,
sin hogar, sin árbol verde,
sin gozo blanco, sin cielo azul y plácido...
y se quedarán los pájaros cantando".


La Iglesia que busca misioneros, que anhela vocaciones, que desespera porque parece que la devoción se está perdiendo, les ha dado una buena patada en el trasero a estas monjas de Espinosa, que cuidaban la huerta y repartían las horas entre el rezo y la limpieza del convento. Les han echado de casa y no ha servido la cuenta corriente con noventa millones que durante el siglo entero, como hormigas, fueron acumulando.

"Si las monjas desobedecen la orden -explicó su representante-, además de la exclaustración, perderán a su capellán, les será cerrado el sagrario y hasta les quitarán el hábito".

Es decir, lo perderán todo, hasta la vocación que se lleva en el alma les será arrebatada. Esto de mandar a freír churros a la gente por la edad avanzada y el reducido número, me recuerda mucho a los motivos esgrimidos por nuestros políticos y autoridades en relación con nuestros pueblos. Para que se hagan una idea, eso es como echarle a uno a una residencia sin estar preparado; plantar1e a uno en la calle después de tantos años bajo el mismo techo, embargarle, expropiarle, romperle a uno los esquemas por un capricho sin sentido de la Santa Sede.

Parece que está bien visto que el Papa disfrute de una "Ciudad del Vaticano", mientras que cinco monjas en el ocaso de su vida se debaten entre la duda y el exilio. Que las autoridades de la Iglesia me expliquen cómo se como esto, mientras medito a solas los versos del poeta:

"No quiero que me ofrezcas
paraísos de luz en lejanía
y vayas devorando,
implacable, mi vida".


© Froilán de Lózar para Diario Palentino
Imagen: Espinosa de Henares, en Todo Pueblos


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