¿Treviño?¿Trebiño?

A 90 kilómetros de Burgos y a 15 de Vitoria, se encuentra el Condado de Treviño. Hace ya muchos años que se viene hablando de una solución justa que acerque a los 1100 habitantes de este enclave, no sólo social, sino también administrativamente al País Vasco. A primeros de este año en el que estamos, por primera vez, se reunieron en Burgos representantes de los gobiernos Vasco y de Castilla y León, para tratar la problemática y llegar a un acuerdo.



Ya en 1994, se dieron cita en Puebla de Arganzón unas 8000 personas para celebrar el Trebiño Eguna, fiesta que según los organizadores y participantes sirve para reivindicar la integración del Condado de Treviño en Alava, y a la que asisten varios políticos, entre ellos el entonces vicelehendakari Fernando Buesa.

Es curioso observar cómo cambia el pensamiento de la gente en el transcurso de tres días. El día 5 de Enero, Vicente Orden Vigara manifiesta con estas palabras su disgusto:

“Hablar del referéndum o anexión al País Vasco son palabras demasiado fuertes que no están en nuestro pensamiento”. Y reforzó su tesis con otra frase contundente: “Si efectivamente forzase el tema, el presidente de la diputación se levantaría de la mesa”.

Pero, volviendo a los archivos, encontramos que el mismo hombre, Vicente Orden Vigara, el 9 de Enero, dice al mencionar el referendum:

“El alcalde y los propios treviñeses son los que tienen que decir cómo, cuándo y en qué tiempo se debe convocar”, y al ser interpelado sobre si aquellos decidieran pertenecer a Alava, afirmó: “No nos quedaría más remedio que acatar la voluntad soberana de los treviñeses”.

Vistas así las cosas, la solución es sencilla, porque según manifestaron los políticos todo depende de lo que diga el pueblo. El pueblo se ha pronunciado ampliamente a favor de la anexión, Allí realizan sus compras, allí acuden al hospital o al médico, allí estudian sus hijos…

A mi modesto entender, no es que nadie quiera con este paso cerrar la puerta del pasado; algo tendrán de las raíces que los ate de por vida a la tierra castellana.

Habrá personas que se manifiesten contrarias a este tipo de cambio, que, por otro lado, no implicará derribar casas o levantar muros, borrar de golpe valles y collados o colocar figuradamente un dique de desprecio hacia todo lo que nos dio o lo que no alcanzamos en las tierras del Cid.

Ernesto Argote, el alcalde de Treviño, destacó a propósito de la famosa reunión de primeros de año que “no se abordaron en ella los temas concretos que preocupan y afectan a las dos comunidades, como son la nacional I, el punto negro donde muchas personas han perdido la vida, la carretera del puerto de Vitoria y el Regadío del Río Rojo".

Aquí sucede lo que nos ha sucedido a los demás en otros sitios. Llevamos años reclamando historia. Historia que muy pocos repiten y que nadie escucha. Cuando ya el pueblo se ha cansado de esperar y estalla, y cuando al otro lado de la pared alguien tienden la mano –sin pensar en principio que guarden en la manga intereses oscuros o electoralistas–, los tutores reales, como si se tratara de repartir una hacienda, ponen el grito en el cielo: “Nadie sabe mejor que nosotros lo que les duele o lo que les hace falta. Y estamos decididos a dárselo con tal de no perderlos”.

Este es un delito evidente, llamo yo así a la desidia y abandono en los que permanecen tantos pueblos castellanos. Y para muestra, como telón de fondo, este caso de Treviño o Trebiño que desde hace tantos años pide una solución. Unos padres adoptivos que le den lo que los suyos naturales no le dieron.


© Froilán de Lózar para Diario Palentino
Imagen: Oca, por Gronze.com

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