Ver dos veces las cosas

En el correo de esta mañana, entre la publicidad y las portadas de los diarios digitales, se hallaba la cita emocionada de un lector que emigró hace unos años. El hombre, al teclear "Orígenes" en Google, debió toparse con el blog que el portal que dirige Alfonso Rojo, y en el que nos encontramos varios colaboradores de esta casa, expone y promociona en la red. Allí se encuentran muchos de los artículos que aquí voy publicando y la mirada cómplice de los lectores es una invitación a proseguir, a rectificar, a plantear asuntos que afectan a esta tierra nuestra, desconocida todavía por el gran mundo, llena de historia y tradición, donde las cuatro estaciones se marcan y te marcan a fuego.


“¡Qué bárbaro!-me dice. Dios te ha dado una facilidad para escribir, que además sabes explotar al máximo. ¡Te salen las cosas con la misma facilidad con que discurre el río Pisuerga por tierras de Pernía!”

Y esto no es así, seguro que él lo sabe como lo saben los redactores de esta casa, y como cualquiera de ustedes se imagina. Hay días que salen las palabras solas. Empiezas y no acabas. Te recreas imaginando valles y montañas. Te desarmas ante el desorden que parece imperar en tantas cosas primordiales. Y hay momentos en que piensas también que tu esfuerzo no sirve para nada. Y las historias no te salen. Y las palabras no te bastan. Vivimos en un mundo egoísta que no atiende la palabra de los demás, que siempre percibe una doble intención en tus comentarios, que casi siempre juzga sin conocer en profundidad a las personas, hechos y lugares. “Somos responsables de la Tierra entera –dice la hoja de calendario de Paulo Coelho–, porque no sabemos donde están las otras partes que fuimos desde el comienzo de los tiempos; si ellas estuvieron mal, sufriremos una parte de ese dolor”

Es posible que esa responsabilidad que uno se atribuye, con la sana intención de remover todas esas mejoras que se desean, de manera especial por quienes viven en ella, no la entiendan quienes viven fuera, lo que motiva el desencuentro y la apatía de las dos partes. Y lo peor de todo es que nos pasamos la vida debatiendo, sin pasar nunca de los buenos deseos, de loables proyectos, de la exaltación de ese conjunto de valores que nos identifican. Personalmente, procuro sacar fuerzas de todas esas notas y llamadas donde se me pide que resista en esta ventana abierta al mundo. Se nos pide a todos, a quienes esperan y a quienes sienten algo especial por esta tierra, vivan donde vivan, una mirada en la que podamos expresar lo que nos duele, lo que sentimos, lo que deseamos, y donde se respete, sin cortapisas, el voto unánime de los montañeses. Y a todos se nos premia cuando coincidimos en defender con las armas a nuestro alcance la continuidad de estos lugares.

Es difícil ser optimista ante el avance de las estadísticas, pero uno lucha por las cosas hasta donde las fuerzas le acompañan, hasta donde le permiten los medios, aferrándose a esa preciosa cita que cuelga del Roblón de Estalaya, uno de nuestros símbolos: "Por eso estamos de "cuentavidas" de esta geografía que no cabe en la mirada. ¿Por qué, si tenemos dos ojos, no vemos dos veces las cosas?"


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