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Mostrando entradas de mayo, 2007

Un Okupa en su casa

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No se preocupen. Soy consciente de que todo lo que escribimos aquí no sirve para nada. Bueno, casi para nada. Cada uno se desahoga de una forma y aprovechando este hueco que me brinda el diario, es natural que me desahogue en la medida que mejor entienda, con el planteamiento de historias cercanas, de manera que, aquellos que tienen la paciencia y el gusto de seguirme, recogan lo que puedan la lección, si la di; me perniquebren si no la di como es debido o me dejen sin más en el olvido. La madeja de hoy tiene hilo abundante, perdónenme si me lío un poco al descifrarla. En el diccionario de quienes se dedican a entrar a vivir en las casas ajenas, hay una normativa que parece indicarnos al resto de los mortales –la mayoría hipotecada de por vida para adquirir una vivienda–, que hemos perdido el tren de la realidad, que somos torpes esclavos de las estadísticas y que, apegados como estamos a las normas que rigen, nunca entenderemos su postura y su necesidad, a menos que recibamos un z

Un condado sin Condes

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Si el título de Conde se concede a efectos meramente de abolengo... Si el rey Felipe V al revestir de tal honor al pueblo de Polentinos, lo hizo por casualidad, echándolo a suertes... Si los Condes que lo heredaron no se tomaron la molestia de venir a visitarlo, que ya les hubieran recibido en este pueblo de montaña que mira al Curavacas, con arcos de ramos y coplas auténticas y, sin derechos de autor que pagar a nadie, agradeciendo que lo que sucediera se contara y fuera revivido por las generaciones venideras... Si ni siquiera la guerra o las posguerra fue bastante para empujar al séptimo Conde, Aurelio Colmenares y Orgaz, cronista Oficial de Madrid, a visitar el lugar para ver en qué condiciones de vida se encontraban sus súbditos... Si todos los reyes y gobernantes que les sucedieron después, tomaron como hábito la renovación de dicho nombramiento y, previo pago del Impuesto correspondiente, los susodichos se alzaron con el título nobiliario, sin interesarse por el luga

Anuncian caminos que no existen

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Durante los últimos días he vivido obsesionado por llevar los artículos que se han venido publicando en esta sección a la página Web, cuya dirección insertaré periódicamente, por si alguno de ustedes está interesado en visitarla y repasar conmigo algunas de las historias que a mí me motivaron.Para incorporarme de nuevo, o regresar, aunque nunca me fuí del todo, aprovecho la línea que me tiende mi director y amigo Mariano Valero. Pero antes de opinar al respecto sobre la constante amenaza de pasarse a otra provincia, o a otra Comunidad, al ver las pocas garantías y beneplácitos que ofrece la nuestra, quisiera hacer una observación sobre un fenómeno curioso aplazando para otro momento el debate al que aludo. ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO VER DOS VECES LAS COSAS FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020 LECTURAS EN EL BLOG +DE 370 PUEDE SOLICITAR UN EJEMPLAR A TRAVÉS DE NUESTRO FORMULARIO DE CONTACTO

Los Condes de Polentinos

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Don Sebastián de Colmenares y Vega recibió en 1716 el título de I Conde de Polentinos. Su padre, también llamado Sebastián, había nacido en Madrid el 5 de Enero de 1634. Fue Oficial 1º de la Secretaría del Despacho de Indias y viajó a Perú en 1667 como Secretario de Cámara del Virrey Conde de Lemos, grande de España, a propuesta del cual fue nombrado Secretario del Rey, después Veedor general y Pagador de la Plaza y Presidio del Callao durante 19 años con una renta de 3240 pesos. En 1668 contrajo matrimonio con la limeña Agustina de Vega que le dio una dote de 58.000 pesos. Su hijo, Sebastián de Colmenares y Vega nació en Lima el 19 de Noviembre de 1672 y el rey Felipe V le confirió el título de Conde de Polentinos, lugar de España donde vivieron sus ascendientes, el 20 de Julio de 1716. La historia es caprichosa y rebuscando documentos y artículos donde se haga referencia a este lugar, me encuentro con un reportaje firmado por Julio César Iglesias sobre la Casa de la Siete Chi

La Abadía de Camilo

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“En la abadía de Lebanza se está bien y tranquilo. Queda lejos, en Cervera de Pisuerga, provincia de Palencia, pero se está muy bien. El viaje merece la pena”. La nota está extraída del libro “San Camilo”, de Camilo José Cela, prologado por Francisco Umbral y cuyo lanzamiento levantó mucha expectación en su momento. Cela llevaba algunos años sin publicar y afrontaba en la misma la guerra civil, en los tres días cruciales del levantamiento, y por lo tanto, en la festividad de San Camilo que es el 18 de Julio. “En la Abadía de Lebanza –prosigue en su monólogo– por doce pesetas te dan pensión completa en habitación con agua fría y caliente y lavado de ropa incluido, cinco comidas diarias y toda la leche y todos los huevos que quieras y que seas capaz de comer”. Cuando Camilo escribe de este lugar haciendo un canto incluso a la altitud, los 1500 metros sobre el nivel del mar, más que el doble de Madrid, y “el ambiente despejado y sin niebla en el que se respira un aire muy f