La viborera de Piedrasluengas
Es posible que los años y el devenir de los acontecimientos, vayan inmunizándote a muchas expresiones que ahora se advierten en esos conservacionistas de ciudad, que vienen de paseo y, ya de paso, quieren imponer a toda costa un orden y un modelo de vida animal o florístico.
Lo cierto es que esta planta, que se encuentra en la ladera que lleva desde la Venta del Horquero a Peñalabra, está incluida en el Libro Rojo de las Especies vegetales amenazadas de la Península Ibérica y Baleares. Y ahora los conservacionistas están sudando sangre para que el Ejecutivo tome cuantas medidas sean necesarias para salvarla. Como si lo estuviera viendo: "Deprisa, deprisa. No hay tiempo que perder, que este modelo es una joya única. Que los labradores recojan sus vacas, que las vendan; si es necesario, que las maten, pero que se preserve ante todo esta florecilla".
Esto ya lo veníamos advirtiendo hace tiempo, estas zonas cada día se parecen más a una reserva de flores y de osos y quienes así lo consideran se les hace harto difícil ver, por ejemplo, el estado de la carretera que nos comunica con Cervera o con Potes o, sin ir más lejos, el andamio que parece ya parte de la iglesia de San Salvador, ya va para dos años desde que alguien lo instaló allí con intención, suponemos, imaginamos, creemos, de reparar el templo. Los hombres y mujeres que viven aquí, son como esa viborera azul de Piedrasluengas y como ese oso pardo al que tantas concesiones se le hacen: "una especie en peligro de extinción". A mi me gustaría que los políticos hicieran una reflexión seria de esto que les contamos. No se hagan los "orejas" que ya sabemos en base a qué intereses establecen sus señorías las prioridades.