Caravanas de mujeres

Miguel Angel Suárez, alcalde del pueblo vallisoletano de Villafrechós, fue el promotor de una caravana de mujeres celebrada en Mayo de este año en aquel pueblo de 540 habitantes de la Tierra de Campos. También en Julio, cerca de 35 mujeres visitan el pueblo segoviano de Cobos de Fuentidueña, localidad de unos 70 habitantes, la mayoría solteros, y de donde surgieron dos parejas en la primera convocatoria promovida por Asocamu. En nuestro país se inicia la imitación del movimiento en el pueblo aragonés de Pla en 1985 y se va haciendo hábito unos años más tarde en cantidad de pequeños pueblos, como Encinasola (Huelva) o la comarca asturiana del Tineo.




Agencias de viajes, Asociaciones e incluso bajo el patrocinio de los Ayuntamientos, como es el ejemplo de la localidad turolense de Fonfría o el municipio de Cárcheles (Jaén), una localidad de la Sierra Mágina con poco más de 1500 habitantes.

La idea está basada en la película del mismo nombre (1951), cuando el ganadero Roy Whitman, protagonizado por el actor John McIntire, demanda los servicios de un famoso conductor de caravanas, papel que encarna en la pantalla Robert Taylor, para que conduzca a un grupo de mujeres desde la ciudad de Chicago hasta su pequeña localidad de California con el fin de conseguir esposas para los hombres del pueblo.

En “Flores de otro mundo”, con guión de Julio Llamazares, Iciar Bollaín aborda los entresijos de las historias que llegan después; el tema candente de la inmigración, las ventajas y los inconvenientes de la vida rural, los condicionantes que aislan a la mujer rural de los conflictos y formas de la vida urbana... etc

En San Salvador lo anunció el alcalde Mariano San Abelardo en un pleno donde se aborda también el apoyo a la estación de San Glorio en abril del pasado año.

Los pueblos han ido mejorando su imagen, pero faltan servicios, faltan actividades, es difícil dotarlos de muchas cosas necesarias que cambiarían notablemente la visión de quienes por diversas razones han pensado alguna vez en regresar a ellos.

Todas las encuestas de los últimos años destacan que la insatisfacción de la mujer es mayor en los pueblos, y no por el hecho de ser mujer, sino por todas las circunstancias que marcan la vida de un pueblo pequeño.

A la mujer que ha desempeñado aquí los trabajos más duros, que se ha ocupado en solitario de las tareas domésticas, que ha suplido al Estado al ocuparse de viejos y enfermos, nunca se le ha reconocido con justicia, ha sido como un apaño, y como un apaño siguen promoviéndose estas caravanas de mujeres por la España rural, basándose sus organizadores en la tranquilidad, en lo bucólico, olvidando que pesa mucho en el ánimo de los de fuera la siempre incordiante servidumbre.

A finales de la Edad Media se hizo popular una célebre expresión: “El aire de la ciudad nos hace libres”, frase que ahora, ante el acoso tremendo del consumismo que padecemos y la saturación de los servicios en las grandes ciudades, pretendemos cambiar por el aire del pueblo.

La vida siempre te está poniendo a prueba, en todas partes. La vida rural, no cabe duda, tiene sus cosas buenas, de las que ya hemos hablado en muchas ocasiones, pero aquí, la mujer que venga –al margen de que halle a su media naranja- seguirá sin encontrar el reconocimiento que merece.

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