¿Hablamos de la misma tierra?

No es la primera vez que alguien se refiere con un especial énfasis a mi lugar de residencia, como diciendo: “vive allá”, “no es de aquí”, “de aquí son los que están” o, lo que viene a ser lo mismo: “es de aquí pero como si no lo fuera”.



Y lo que daña a la vista es ese especial interés en remarcarlo, como si aquellos que tuvieron que dejar la tierra por los motivos que fuera (que siempre han de ser motivos importantes), estuvieran condenados al desahucio; como si no tuvieran derecho a posicionarse en los asuntos que conciernen a su pueblo, donde vive su familia; a su tierra, a la que contra viento y marea ha defendido allá donde estuviera.

Le recuerdo a él y a otros como él (tiene hijos jóvenes) que algún día no muy lejano puede verse en la misma tesitura y sólo entonces llegará a comprender la herida que se infiere cuando se habla tan a la ligera de los palentinos de la diáspora. No es la primera vez que él mismo hace alusión a marcharse de esa localidad donde vive y trabaja, sin entrar en asuntos de profesionalidad, porque no está en condiciones de jalear la autenticidad del trabajo de nadie.

La diferencia de esa “mi tierra”, a la que yo añoro, por la que yo desde mi humilde posición trabajo cada día en la web, en el diario, en los libros que preparo sobre sus personajes y su historia y, “su tierra”, es un abismo en el que no llegamos a encontrarnos.

“Su tierra” es la de aquellos que piensan que vivir en ella ya da derecho a todo, cuando, si acaso, como mucho, pueden ser dueños de las cuatro paredes de su vivienda y tener ciertos derechos sobre el patio. “Su tierra” es un lugar donde no caben ni siquiera aquellos que con tanto tesón nos la legaron.

No es la primera vez que alguien cita con alevosía tu lugar de residencia (que por otro lado no he negado jamás), como queriendo hacerte ver que no tiene sentido que manifiestes tu opinión o que ayudes a poner en marcha una Asociación que se implique en su crecimiento y su defensa.

Reconozco que soy muy sensible a todo lo que concierne a mi lugar de nacimiento. Un romántico de los que ya no venden, pero es verdad que, este paulatino crecimiento, esta fe que dos centenares de personas han depositado en tu proyecto, te da alas, te da un poco de orgullo, porque es bueno que el hombre no esté solo y yo he vivido en soledad durante veinticinco años, los mismos que he venido ejerciendo mi colaboración desinteresada y altruista con todos los medios palentinos.

No he sido yo el que negara el esfuerzo de Mariano San Abelardo, actual alcalde de La Pernía (dónde lo ha visto usted escrito?), y él será dueño de su mérito. A usted también le alcanzará la gloria, en el caso de que eche andar esa embotelladora y usted estará eufórico perdido porque sin duda le gusta destacar en las celebraciones y codearse con los altos cargos de la provincia.

Leyendo estos días un diario de Asturias, se cita al alcalde de una localidad de aquellos pagos como el verdadero impulsor del túnel de Piedrasluengas. Otro diario, cercano al nuestro, ha procurado relegar y casi hacer desaparecer el nombre de “Fuente Cobre” como impulsora y a mí, sinceramente, lo único que me molesta es la intencionalidad, que las cosas se hagan con ese tonillo de sarcasmo, removiendo la herida, tratando de buscar al precio que sea malentendidos y culpables.

Bien lejos de nuestra intención desmotivarles. Me sobra generosidad, porque eso precisamente es lo que me llena de alegría, ¿sabe por qué?

Porque al final lo que importa es el hecho, no el personaje que lo hizo. Importa que se hagan las cosas, y aunque se agradece y se valora la mención, no tiene sentido un pataleo para demostrar quién fue el primero, quién da más, porque todos tenemos el deber de intentarlo estemos donde estemos.

Por las citas finales parece que a usted le gusta la política y dice percibir bastante bien las cosas. Anote esta frase de un tocayo suyo, Louis Pasteur: “Desgraciados los hombres que tienen todas las ideas claras”.


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