El guardia



No acostumbro a utilizar este rincón para exponer acosos que rozan el delito, lo mismo da el rango y la autoridad que ostente quien está detrás de ellos. Me gusta que la justicia sea justa y equitativa para todos, pero en estos tiempos que corren, ustedes son testigos cada día de tanto delito y malversación que queda impune, la justicia no tiene un solo rasgo que nos motive a confiar en ella.


El pasado mes de Octubre le sancionaban a Fernando Ruiz, en Barruelo, por no llevar chaleco reflectante, cuando como peatón orientaba a un turista. El caso trascendió enseguida a los medios de comunicación, donde el protagonista sólo acertaba a responder que estaba alucinado.

En qué cabeza cabe una actitud tan desafortunada del agente que, tal vez, movida por la respuesta incorrecta del peatón, decidió plantarle cara al tema con una sentencia salomónica. Si esto es así, y se puede multar a un individuo por eso, se llenarían las arcas donde va a parar el dinero de las multas con sólo venir a los pueblos y multar a diestro y siniestro a quienes no llevasen puesto el chaleco de marras.

Pero yo venía aquí a narrar otros hechos que tuvieron lugar más arriba y en el que se han visto implicados dos vecinos de La Pernía. Se trata de Luis Angel de la Fuente, juez de paz de San Salvador y Justo Franco, que desde hace unos meses ha trasladado su residencia muy cerca de Palencia.

Durante más de un mes fueron acosados, perseguidos y multados sin motivo aparente. La narración es de película de miedo. Cierto día, llegando al Alto de las Matas, uno de ellos se cruza con el coche patrulla que, en cuanto le ve, se da la vuelta y enciende las luces de emergencia para perseguirle hasta la salida de Cervera como si se tratara de un peligroso delincuente, multándole por llevar encendidas unas luces que ese tipo de coche no lleva de fábrica ni es obligatorio instalarlas para circular.

Al amigo, esta vez ante testigos, le sancionan en el aparcamiento de un bar de la localidad por no llevar puesto el cinturón cuando ni siquiera había arrancado el automóvil. Es evidente el abuso de autoridad en ambos casos y la mala práctica de algo que debe servir, en todo caso, para aprender y rectificar en lo sucesivo.

Mi suegro, Fernando Cuevas, natural de Herreruela, fue Guardia Civil en el País Vasco en un tiempo difícil y, todas las referencias que han llegado hasta mí han sido buenas. Para la mayor parte de las cosas no existe la derecha ni la izquierda, existe la justicia, existe el perdón, la bondad hacia quienes sufren, incluso hacia quienes delinquen y a quienes sólo una buena y correcta justicia ha de juzgar.

Todos sabemos que hay furtivos, que hay ladrones, que hay vecinos amenazados por otros vecinos, que hay conductores que no circulan como deben. Y en esos casos entendemos que se nos detenga y se nos multe o se nos encarcele si es preciso para evitar el daño a bienes y a personas.

Pero no tiene justificación que algunos interpreten la justicia como les venga en gana o se dejen llevar por un arrebato ante una falta de educación o una contestación inadecuada. Bastante guerra se sufrió. Bastante confusión vivimos. Bastante despoblación tenemos ya.

Estamos para defendernos y ayudarnos no para entablar guerras absurdas.

Imagen: La montaña desde La Ojeda, por Amando Vega

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