Piedad Isla

«Me molesta que se ridiculicen los valores que aquí tanto hemos idealizado» 
+Piedad Isla [Fotógrafo] 

El Museo Etnográfico de Cervera fue el último sueño de Piedad Isla, la mujer que se sintió atraída desde joven por la fotografía y supo vencer las barreras que le salieron al camino. Los que llaman a su puerta se encuentran con un mundo que forma parte de la historia. Piedad Isla fue una mujer dedicada en silencio a promocionar y defender su tierra.
Si la fotografía fue el vehículo que la llenó como mujer, el Museo Etnográfico ha recompensado todo su sacrificio, llenando de satisfacción los últimos años de su vida. Son centenares de felicitaciones que llegan de todos los puntos. Infinidad de personas han pasado por estas puertas, donde se le rinde un homenaje a nuestros antepasados. Una inscripción a la entrada, con fotos de su archivo en las que aparecen rostros de toda la comarca lo matiza: "Ellos labraron su tierra, cosecharon sus frutos, les curtió el sol y marcó con su tatuaje el viento", justifica Isla. Son innumerables las piezas que atesora esta casona antigua (500 años), y los proyectos no terminan. Ahora ya está buscando un sitio para exponer los utensilios utilizados en las minas del contorno y trata de poner en funcionamiento un telar adquirido en Camporredondo. Junto al viejo telar, una rueda y en las paredes más cercanas, cardadores de lino. Al final del pasillo, la fragua de fuelle y ya en el piso superior, monedas, libros antiguos y un amplio muestrario de objetos y prendas religiosas, entre las que se encuentran once casullas de reciente adquisición. Piedad, sin pretenderlo, está siendo objeto de un homenaje diario que le brinda la gente que vuelve encantada con otros amigos y familiares para que sean testigos de un patrimonio riquísimo, que esta mujer con mucho tacto se ha preocupado de guardar para que sirva de testimonio de lo que fue la vida de los nuestros.


 
Froilán de Lózar CERVERA DE PISUERGA



Ahora que tanta polémica se levanta con los derechos de autor, ¿a usted se los han pagado?
Yo he visto fotografías mías publicadas y nadie me ha pedido permiso. Creo que ahora se está empezando a ejercer ese derecho. Una foto es una propiedad y debe tener una protección. Yo estoy un poco al margen. Me interesa para dar a conocer la zona, pero sí me parece conveniente que se defiendan los derechos de autor.

¿Puede hacer un balance muy resumido de su vida?
-Casi siempre he ido un poco rompiendo moldes. Yo sopesaba una cosa y, si me parecía lógico, lo hacía. Fui en el año 1954 corresponsal de la Agencia Efe y recuerdo que había un partido muy importante en Madrid. Estuve en el campo entre un montón de fotógrafos, todos hombres... ¡Hasta qué punto era poco corriente ver a una mujer con la cámara de fotos que, fíjate, en Madrid, cuando salíamos, exclamaban: ¡esa es la mujer que estaba haciendo fotos! A mí me gustaba esta profesión y no lo pensé más.
En otra ocasión -yo iba en moto a hacer los reportajes- fui a Alba de los Cardaños a hacer un cantamisas, con tan mala suerte que los radios de la moto me cogieron la falda. Cuando vine de allí fui al sastre y le encargué unos pantalones.

¿Ha fotografiado a muchos personajes importantes?
A ministros, alguna vez han venido a inaugurar algo, si es que se les puede considerar más irnportanles que los que aquí han ido cumpliendo con su trabajo. Yo tengo en el museo a mis abuelos maternos y sé que mi madre compró esta casa con la ayuda que recibió de ellos...

¿La fotografía ha cambiado mucho desde que usted empezaba?
Hace dos años que estoy un poco alejada, pero sí, sobre todo en los medios. Cuando empecé las máquinas ni te medían la luz. Yo trabajé con los papeles Valca, los actuales tardé años en conocerlos. Cuando empecé no había prácticamente máquinas. La gente estaba ávida y cuando, por ejemplo, iba a pueblos como Celada, las mujeres salían con todos los hijos para que los fotografiara.

¿Por qué cree que no funcionan las asociaciones de montaña?
En mi opinión -y espero que nadie se moleste- esa dejadez viene dada por la baja de cultura. Hay cosas que no se aprenden en la Universidad. Aquellos valores que nosotros hemos procurado idealizar, alguien trata de ridiculizarlos y poco a poco se van perdiendo. Ahora cada uno va a lo suyo. Las personas que están ocupando puestos relevantes tenían que dar ejemplo de estética y de moral. Hay un desencanto generalizado y creo que hay motivos para ello. Ahora no se les enseña a los hijos a ser felices. Lo encuentran casi todo hecho. Figúrate la fuerza que se podría ejercer en casos como el de Salinas de Pisuerga. Pero la gente no sabe o no busca información, se cree libre y no lo es.

¿La montaña palentina ha conseguido relanzar su imagen o sigue siendo una aspiración permanente?
Algo se avanza, pero lento. Creo que tiene que haber un crecimieto paulatino, con una base, sin pensar que esto va a ser la panacea.

¿Cómo se siente más reconocida: como fotógrafo o como mujer?
-Como fotógrafo, no hay duda. La realización tiene que abarcar al conjunto de la persona. Cierto es que, cuando vienen algunas personas y les cuentas tu vida, ellos te admiran como persona. Yo he encontrado a mucha gente que me ha ayudada mucho. Muchos hombres de mi oficio con los que siempre he mantenido una competencia, pero leal.



Extracto de la entrevista realizada a Piedad Isla, sección "Protagonistas de la montaña palentina, en El Norte de Castilla.

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