La tierra que amamos



Yo no sé si los ciudadanos de la Montaña aman su tierra más que otros. Se supone que a todos nos tira con fuerza la tierra donde nacimos. Bueno, a todos, no. Eso es evidente. Lo mismo que esos padres que matan a sus hijos, también -en un contexto diferente- hay hijos de esta tierra y de todas las tierras que pasan olímpicamente de sus pueblos y sus historias. Lo mismo da que vivan aquí que vivan fuera. A ellos que les pongan bien las cosas, que les arreglen bien su calle, que el pueblo traiga una buena orquesta el día de la fiesta, pero que no les hablen de problemas. Los problemas son de otros. Incluso, quienes nos mostramos tan críticos con algunas actuaciones, a veces cometemos el error de juzgar a la ligera acciones de quienes en el pueblo se "mojan" para mantener fueros y costumbres.

Amamos la tierra, nadie lo pone en duda, pero bastante menos de lo que pensamos.
Y así se manifiesta luego.


Imagen: Raquelina, en Verdeña. Foto cedida por la familia

POST DESTACADO

El corazón con que vivo