Apolinar Fernández de Lózar

«El norte de la provincia es lo más bonito que hay en toda España»

+Apolinar Fernández de Lózar, Almacenista de patatas.


Apolinar Fernández nació en la casa rectoral de El Campo. Pasó sus primeros años en San Salvador. En Cardaño empezó a trabajar como autónomo, cambiando sus mercancías por patatas. Cuando reunió quince mil kilos y después de un largo caminar con la muestra en el bolsillo, coincidió en un fonda con un importante comprador de Madrid, Francisco Fernández Leal, al que vendió las patatas a 25 céntimos el kilo. Así fue como este pariente y paisano, que se confiesa amante de la montaña palentina, se inició en un negocio que dio trabajo a muchas mujeres de la comarca de Valderredible, otra vez instalado definitivamente en Quintanilla de las Torres. Nadie creería al ver a este hombre, que tiene 93 años. Sale todos los días por la mañana a recorrer el pueblo que le recogió en junio de 1936, un mes antes de estallar la Guerra Civil. Baja al mercado de abastos de Aguilar y la gente le saluda. Sus hijos, ya mayores, siguen tan sorprendidos como el primer día, porque durante la entrevista que duró algo más de tres horas, una hija exclamó: «Cada día cuente una historia nueva». "Sin armas ni nada, empezamos a hacer la carretera de Izara y Suano, hasta el 20 de agosto que nos trajeron al frente para hacer trincheras. Yo tenía cuatro hijos, la mujer, una criada, y el perro, y el día catorce de agosto regresé a Bárcena a buscarles. Estaban refugiados en una cueva y habían pasado mucho hambre. Recuerdo que había unas vacas pastando por allí. Cogí un caldero y me fui a ordeñar una. Luego se lo iba dando a los hijos y estos abrían la boca como pájaros en el nido." Me enseña el carné de almacenista. Me habla de Pernía, luego de Fuentes Carrionas y, al final, haciendo alusión al Valle de Valderredible, que es donde ha transcurrido la mayor parte de su vida, me señala: «Conozco todas las cuadras y todas las cocinas». 

Froilán de Lózar. QUINTANILLA DE LAS TORRES



¿Tiene buena memoria?
Muy buena. Me acuerdo de todas las cosas. Una vez mi abuelo me mandó a por tabaco. Até el caballo al puente y salté a un huerto que había allí a coger amiérganos. Me pillaron los dueños y me dieron unos buenos azotes. Yo hacía muchas diabluras.

¿Cuántos años lleva viviendo en Quintanilla de las Torres? ¿Cómo llegó a esta punta de la provincia?
Llevo aquí 58 años. Me dediqué al negocio de patatas. En 1928 me casé y me fui a vivir a Camporredondo. Como las cosas estaban mal y la gente no disponía de dinero, les cambiaba el género por patatas, hasta que reuní quince mil kilos y comencé a venderlas.

Fue teniente con los rojos, ¿Cómo fue esa experiencia?
Fuimos evacuados de aquí. Estaba aquí el frente de la guerra pero tuvimos que abandonar y yo me fui a Bárcena de Pie de Concha, un poco más allá de Reinosa. Allí alquilé un piso y estuve trece meses al mando de un batallón de zapadores...

¿Conoce Valderredible?
Lo conozco como Pernía. Te digo todos los pueblos ahora mismo. Conozco todas las cocinas y las cuadras, sobre lodo las cuadras, porque cuando iba a comprar las patatas el trato se hacía en las cuadras, que era donde estaban trabajando.

¿Recuerda anécdotas de los años que vivió en La Pernía?
Muchas, pero recuerdo una muy especial. Había un cura, don Mateo de Mier, que nos confesaba en la sacristía. Nos reunía a todos y nos hacía preguntas. Honorio me acusaba a mí de que yo había tirado la fruta de la huerta y yo acusaba a Honorio de que había enterrado una gallina viva por encima de donde vivía. A mí me llamaba Tarines.

¿Qué ha visto y qué le queda por ver?
He viajado mucho. Yo he tenido treinta vehículos a lo largo de mi vida. He tenido medios y he viajado por toda España: Huelva, Sevilla, Córdoba, Málaga, Barcelona, Madrid .... Al ser almacenista tenía representantes en muchas provincias. Habrá pocos carnés en España de almacenista de patatas como el mío.

¿Cómo se hacía el transporte cuando usted comenzaba?
En 1914, cuando empezaron las obras del pantano, sólo había caminos muertos y yo, como hijo mayor, iba con la caballería a buscar los géneros a Cervera. En 1918 compró mi padre una tartana, una «serré» que llamaban. En 1919 compró un coche con tres caballos y cuatro ruedas. En 1921 compramos el primer coche un Ford, modelo T, descapotable, sin cambios, ni delta, ni encendido. En el salpicadero llevaba cuatro bobinas, de ahí salían cuatro cables, cada uno de un color, que iban a las cuatro bujías. De las bujías salían los mismos cables al distribuidor. El arranque se hacía a manivela. Entonces en la provincia había cinco coches. El obispo y el gobernador tenían coches de caballos.

Me cuenta que ha pagado a Hacienda seis millones por transmisión de patrimonio. ¿Las patatas han dado mucho dinero?
Sí, pero el negocio ha ido en decadencia. Dieron dinero durante todo el mandato de Franco. Yo lo que tengo, allí lo gané, con las patatas.

La vida ha cambiarlo mucho. Usted ha sido testigo de cambios, ¿Cómo los ha vivido?
La vida ha cambiado, pero yo no he cambiado de vida. He criado a los hijos, les he educado como he podido. Nunca he hecho ostentación de dinero y sí que lo tuve, ya que iba comprando fincas... 

Sección: "Protagonistas de la montaña palentina"

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