Ese terrible drama

Desde 1950, la provincia de Segovia ha perdido, calculan los expertos, 38000 habitantes. Al medio rural de aquella provincia castellana, lo califican de desierto demográfico. Dicen allí cosas que ya hemos oído, hablan de medidas que ya hemos visto aquí anunciadas: la necesidad de fijar población, la urgencia de detener el éxodo rural, dotando a los pueblos de servicios de todo tipo, que ya se viene haciendo, aunque muy lentamente, aunque muy tarde, tardísimo, cuando ya no hay remedio...


Dos personas muy implicadas en aquel drama segoviano, que es un ejemplo de lo que vienen padeciendo el resto de las provincias castellano-leonesas, hablan de traer a los pueblos "aquellas industrias susceptibles de atraer población".

Pero esa epidemia de la despoblación se extiende por todo el país. Hace un mes, el Consejero valenciano Alejando Font certifica la eliminación de 19 escuelas en el ámbito rural. Más de un centenar de pequeños municipios valencianos suman 500 habitantes y ya los respectivos alcaldes reclaman a familias con hijos en edad escolar, parados que no puedan vivir en la ciudad o inmigrantes sin trabajo.

Yo pienso que si los gobernantes están ahí empingorotados para solucionar estas cosas y llevan años ya prometo que prometo; qué digo, llevan lustros conocedores del drama que está ahogando poco a poco al mundo rural, ¿para qué coño los queremos?.

Viene esta reflexión de hoy, a propósito del cierre este año de la escuela de San Salvador de Cantamuga, tocada de lleno por ese mal que aqueja también a la Comunidad Valenciana y a tantos otros puntos de nuestra geografía y donde, no lo olvidemos tampoco, tienen buena culpa también los propios habitantes que a tal de unirse, aceptar ese punto como bueno para los primeros años de escolarización, cada uno se va por su lado, obligando a echar el cerrojo de un centro donde se invirtió una importante suma para dotarlo de comedores y de todo lo necesario hace pocos años.

Nadie puede hacer nada. Entonces, no sé a qué viene tanto brindis de unos y de otros, empeñados en ganarnos para su causa y obviando una vez más el verdadero drama que ahoga a esta tierra. 

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