Hablar por hablar


Si ahora mismo está en auge un debate que lo envuelve todo, que nadie ignora, que a todos nos implica, ese debate es la subsistencia de esta tierra. ¿Qué es lo que podemos hacer para evitar el despoblamiento de las zonas de montaña? Desde el año 2000, por esa inquietud que me conduce, la misma que me empuja a proseguir con esta serie de artículos, abro en Internet el foro: "Salvar la montaña palentina", que ha recibido hasta la fecha centenares de visitas y donde se han detenido y han ido dejando sus impresiones los internautas tan inquietos y preocupados como yo mismo.


Antes de proseguir, quiero aclarar que el título se refiere a un anhelo de la mayoría de los ciudadanos, y no ha de vincularse a ninguna Asociación (hay una con sede en Velilla del Río Carrión, "Salvemos la Montaña Palentina"). Iniciativa ciudadana que defiende la Estación de San Glorio y que ha recogido 8000 firmar a favor del proyecto, ante lo pobres resultados del turismo ecológico y de naturaleza.

Por más motivaciones y deseos que a uno le apremien, nadie pretende erigirse salvador de nadie. Sabemos que, por más técnicas y análisis interesantísimos que han ido apareciendo a raiz del asunto de la despoblación, nadie tiene la llave que muestre claramente la solución a este drama rural. A esta misma inquietud responde el libro de Fernando Collantes, profesor del Departamento de Estructura e Historia Económica de la Universidad de Zaragoza, que presentaba a mediados de abril en el Parlamento de Cantabria. El autor del estudio aclaró que el libro se refiere a 84 comarcas de montaña de toda España, entre las que se encuentran cinco de Cantabria (Liébana, Tudanca, Cabuérniga, Reinosa-Asón y la zona de Pas-Iguña) señalando que la despoblación comienza en 1950 y entre 1980 y 1985 es un proceso que se viene retroalimentando de lo que se denomina drama y que ha vuelto a menear las conciencias de nuestra comunidad.

Adentrándonos en el Foro y en el apartado "Tejido Industrial", un invitado hace mención a Fontaneda: "¿no creéis que el norte de la provincia carece de tejido industrial, que unido a un desarrollo sostenible con el turismo, pondría a la montaña donde se merece?"

"Ni lo soñéis -le responde enseguida un tertuliano- Fontaneda, Minas de Barruelo, Renfe y un etcétera muy largo, mal camino para ser personas libres. Con la globalización se acabó, a bailar al son que toquen. Un saludo de pueblo atrasado, pero pueblo".

Esto es curioso: Hablar por hablar. De tertulianos está la mesa llena, cada uno cargado con su escopeta de razones contrarias, todos con su "sí, pero...", poco agradecidos por la intención humanitaria de quienes por encontrarse con la preocupación han tendido su mano para tapar la herida.

Sara, una mujer descendiente de San Felices de Castillería, sorprende a todos al comentar una reunión en aquel pueblo a la que han acudido 90 personas. "El pueblo se resiste a morir, y cansados de que el ayuntamiento de Cervera, al que pertenecen, no aportara nada para fiestas, nos reunimos los vecinos del pueblo para comer. Entre todos ponemos dinero y elaboramos una paellada. Al día siguiente volvemos a reunirnos con lo que sobre, quedamos por la noche en lo alto del Otero para ver la lluvia de estrellas que suele acontecer por estas fechas..."

Y ante la sorpresa de quienes le responden, ella expone sus motivos para volver cada vez que tiene un hueco. "Yo sé por qué quiero volver, siento que necesito estar donde me corresponde, allí de donde vengo y donde nadie me puede decir que no pertenezco; es decir, quiero un sitio en el cual pueda sentirme parte del mismo.

En el apartado "Palentinos por el mundo", me escribe una internauta: "Hola, Froilán, sólo quiero decirte que soy madrileña, viviendo en EE.UU. y con planes para mudarme a Austria, pero lo que nunca voy a olvidar es la tierra de mis padres donde tan buenos momentos he pasado... "La vida da muchas vueltas -concluye- pero a la vez te enseña dónde está la belleza".

Dejo abierto este debate para las próximas entregas. Seamos realistas. Seamos optimistas. Busquemos para que se modele algo de lo imposible.

Imagen: Los Llazos, por Estalayo. 

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