Froilán Barahona

Hacia 1956 comenzó a pasar por aquí la máquina quitanieves de Santander.

Froilán Barahona [Amo de casa]
  

Froilán Barahona ha vivido siempre en Piedrasluengas, desde que nació el 17 de julio de 1941, entre la niebla del puerto que da vista a los Picos de Europa y el deje lebaniego, que le imprime el contacto con las gentes de Cantabria. Desciende de los Barahona, familias de Pesaguero y Liébana, pero se siente palentino. Nuestro protagonista no tiene más oficio que el de la cocina y las labores de la casa. La sala del comedor es baja, iluminada gracias a una claraboya que sale del tejado.
Las paredes están repletas de cuadros y fotos, como la realizada desde el Cueto por Ignacio Reyero, el cartero de Cervera. La última adquisición es una postal que firma un estudio de Cervera, tomada desde Camasobres, donde se observa a seis yeguas paciendo plácidamente y, al fondo, las Peñas de la Hoz y el Peñalabra. En esta casa heredada de su abuelo Raimundo, nació y vive Froilán Barahona, con su madre y tres tíos carnales. La niebla, la lumbre encendida y el puchero de legumbres es su pan de cada día, la norma que rige cada casa del último pueblo de Palencia. El panadero sube dos veces por semana y el pescadero, una. Lo que falte, deben comprarlo en Cervera de Pisuerga, cogiendo los jueves el autobús de Duque. Frente al silencio de los administradores, tres ganaderos luchan en aquellos terrenos tan irregulares al comienzo del verano, cuando casi han enmudecido los dalles y los carros. Saben que al invierno no se lo come el lobo y muy cerca queda la experiencia y la huella de un tal Valentía Trueba, que fue como el mentor de una comarca tan desamparada durante siglos, con un pleito de tantos años atrás perdido y unos hombres que se niegan a abandonar este terruño. La esperanza es lo último que se pierde y el tiempo puede hacerles testigos de un esplendor que ahora parece un sueño. Si la suerte acompaña y el gobierno de la Región lo quiere, rincones como Piedrasluengas servirán de despegue a un turismo todavía bajo mínimos y hombres como Froilán Barahona serán fieles testigos.


Froilán de Lózar | PIEDRASLUENGAS

-Hacía tiempo que no visitaba Piedrasluengas. ¿Ha cambiado algo en este pueblo?
-Algo sí. Hay luz, se han asfaltado las calles, tenemos teléfono individual desde hace año v medio y en muchas casas como ésta tenemos calefacción, bien de gas-oil, bien de leña.

-Hoy en la calle luce un día espléndido, y, sin embargo, veo que tiene encendida la lumbre...
-La lumbre, a diario. El clima es duro, la mayor parte del año amanece nublado, lo que impide una buena vista de los Picos de Europa...

-¿Todavía siembra la huerta?
-Con un poco de todo: patatas, berzas, lechugas, cebollas...

-Piedrasluengas es el último pueblo de Palencia, camino de Potes. ¿Cuántos vecinos viven aquí durante todo el año?
-Lo he conocido con 75 habitantes, catorce vecinos. Ahora quedamos cuatro. Es verdad que en verano se abren nueve casas.

-¿La cercanía con Cantabria es peligrosa o es un as en la manga?
-De allá no esperamos nada, lo digo como lo siento. Ventajas no tenemos, porque Cantabria tiene clima, pero no tiene suelo...

-Entonces, Palencia está siempre en sus oraciones...
-Desde luego, yo me siento palentino. El Último pueblo, pero de Palencia... No sé los otros...

-¿Pero no puede negar influencias de los Cántabros...
-Hombre, no. Mucha gente dice que tiramos hacia ellos en el habla. Hemos mantenido muchos contactos. Mi familia, por ejemplo, descendía de Pesaguero y Liébana y, debido a ello y al roce habitual con nuestros vecinos, siempre influyó ese deje.

-El verano es alegría, siempre acompañados...
-Aquí se detiene mucha gente para ver el paisaje. Ahora mismo, si nos asomamos al collado, seguramente que hay diez coches y un autocar parados...

-Pero el invierno es muy duro, ¿qué recuerdos le depara a usted esta estación del año?
-Este año estuvo cerrada la carretera cuatro dìas. Recuerdo que, cuando tenía diez años y nevaba mucho, abríamos la carretera a pala.
Hacia 1956 comenzó a pasar por aquí la máquina quitanieves de Santander. Dos años más tarde, Palencia adquiría una máquina y desde entonces el invierno parece menos crudo, porque yo recuerdo, cuando tenía diez años, que los ayuntamientos de Polaciones, Liébana y La Pernía llamaban a huebra paro abrir la carretera a pala...


Sección: "Protagonistas de la montaña palentina, 09 Dic 1996"

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