Eusebio Merino

«Los jóvenes se han tenido que marchar porque en la montaña no hay recursos». 
+Eusebio Merino, Cantero. 

Es el último agricultor de Ventanilla, pueblo situado entre Ruesga y San Martín, frente a Resoba. La tierra palentina, donde abunda la piedra, dejó puentes y plazas al cuidado de este cantero de Ventanilla que, cuando empezaba, contaba uno por uno a los vecinos de Cervera en el comercio/cantina de Inocencio Simal.
«Ahora -me confiesa-podemos hacer lo mismo con los de Ventanilla. Sin embargo -añade- hoy voy a Cervera y no conozca a nadie». Dicen los que vivieron aquella época que, cuando se hacia Concejo, Eusebio casi nunca hablaba, y cuando hablaba sentaba doctrina. «Hay un libro de Acuerdos de Pueblo que, seguramente, han dejado perder. Allí se hablaba de las multas, algunas curiosas: por coger el verde de la tierra ajena, una peseta... etc». Durante la larga conversación que mantenemos, Eusebio recuerda los pasajes de la revista El Roble, a Eusebio y Eufrasia, que conversaban de las cosas que pasaban en los pueblos, de la ganadería. En Camporredondo había otra revista que hablaba de los derechos de Pernada. En San Martín se extendió la leyenda de un gigante que vivía en el Perujal... «En Cardaño de Arriba nos contaba uno que su suegra nunca habla salido del pueblo, nunca habla visto un automóvil ni un tren ¿Cómo sería el mundo para ella?», recuerda.



Froilán De Lózar VENTANILLA



¿Cómo les afectó a ustedes la construcción del Pantano de Ruesga?
A nosotras nos echó a perder el pantano. Nos quitaran las tierras y nos dieron cuatro perras por ellas.

¿Cómo ve el futuro de la montaña palentina?
¿Cómo voy a verlo? La gente joven se ha tenido que marchar porque no hay recursos. Cuando yo era más joven, la idea que casi todos compartíamos era que se quedara un hijo pára cuidar de la casa y los viejos. Ese era el afán: coger una finca más para ganar un poco más Ahora las fincas no las quiere nadie. Si alguien quisiera sembrar allí, tendríamos que cercarlo todo por losjabalíes y los venados...

Usted ha desarrollado todo su trábajo en la zona ¿no es así?
¿Cómo no? Casi todo mi trabajó se ha desarrollado en Cerverá. Agunos bordillos los labramos en la Cantera de los Trillos, en Ventanilla, La piedra de la casa de las Candelas, por ejemplo. En la lglesia de Nuestra Sñra del Caltfllo se hizo un nuevo el tejado, con vigas de hierro, y se levantó la torre. También he trabajado én el Pantano de Camporredondo; en la cantera de Cardaño y en la Naval de Reinosa...

¿Y en el Ayuntamientó de Cervera?
También. Allí nos pasó una cosa muy curiosa. Numeramos las piedras para qué ocuparan el mismo orden, pero cuando estuvo la piedra almacenada en la calle, se perdió la pista Llevábamos dos metros de fachada y nos faltaba mucha piedra. Se tiró todo y se desplazó hacia atrás para dejarlo como está actualmente.

También he sabido que usted trabajó en el puente de Vañes...
Sí, allí estuve a cargo de una cuadrilla y aquel puente se le conoce como el puente de los vascos porque los encargados eran vascos.

En cambio, es curioso, pero usted no intervino en el puente de Polentinos, unos metros más arriba, ¿por qué?
Yo era muy observador. Aprendí mi oficio observando. Estuve un día entero sentado cerca del puente de Polentinos, viendo como lo hacían. No me gustó nada su forma de trabajar. Todo lo hacían a mano, las piedras las recogían con cestos de las tierras...

¿Y en el Pantano de Ruesga?
Ese nos costó menos, porque había una cantera cerca

¿Cuánto ganaba usted entonces?

1,20 pesetas por hora.

¿Un dicho de los canteros?
Una encima de dos y dos encima de una.

¿Un hábito?
Antiguamente pasaba el dueño par la obra y por cada piedra que sobresalía, llamada traba, te daba una propina Tantas trabas... tantos litros de vino. Y si los otros eran granujas, hacían trampa. Los vascos no te dejaban hacer trabas, porque metían el agua en casa.

Usted pasó la Guerra Civil en Ventanilla, ¿cómo recuerda aquellos momentos?
Mi mujer empeñada en cerrar la puerta y yo en abrirla. "Hay Rojos en el Páramo -decían-. Van a venir, van a tomar el pueblo... Las pocas armas que había estaban en mi casa: cinco escopetas de caza Yo era presidente de la Junta Vecinal y teníamos una caja de cartuchos, ¿qué podíamos hacer con eso? La guerra nos dio a nosotros mucho trabajo. «Hace falta leña» -y todo el mundo a llevarlo con los carros a Cervera. O estacas para las alambradas... Aunque, no pasó nada y no se llevaron a nadie del pueblo.

¿Emigró mucha gente?
Antes hacíamos 35 suertes. Ahora, hay once casas abiertas.


 "Protagonistas de la montaña palentina."

Extracto de la entrevista publicada en el "Norte de Castilla" en la sección del autor "Protagonistas de la Montaña Palentina",  el 9 de Julio de 1995

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