Ese eterno proyecto de San Glorio

Como en el apartado de la vida de cualquier persona, donde es difícil nivelarlo todo, es decir, tener atados todos los cabos en lo económico, en el trabajo, en el aspecto familiar; lograr de alguna manera equilibrar todo aquello que pasa a nuestro lado e interviene en el trajín de nuestra corta vida, así también es difícil que quienes llevan los destinos de esta tierra sean buenos y eficaces para todo, para todos.



Y luego están los pensamientos y los miedos de cada uno, donde todos coincidimos en la belleza del lugar y donde, como parece lógico, se dan lecturas encontradas en otros muchos aspectos. Soy uno de los que apoyaron abiertamente, contrario a la idea de muchos seguidores y amigos, la estación de esquí de San Glorio, estación en proyecto perpetuo, menos mal para los que se oponen. Aunque los que se oponen, no presentan una alternativa seria, que implique la creación de puestos de trabajo y el resurgimiento de tantos pueblos que van languideciendo hasta caer en el olvido. Sucede que queremos una tierra impoluta y todo lo que obsesiona, mata. Y allí donde se cierra las puertas a un proyecto, que de ser cierto, con un control exhaustivo, donde no se rompa la naturaleza, que es nuestra mejor riqueza, pueda implicar la esperanza de muchas familias, pues allí mismo comienza ya a morirse un pueblo. ¿Y para qué vale un pueblo muerto? ¿Eso es lo que quieren entregar quienes se oponen a San Glorio?.

Y podría sonar extraño en mi boca, que no he esquiado nunca, que no vivo allí, que no voy a hacer negocio con aquello y que defiendo y promociono la montaña desinteresadamente con las armas a mi alcance desde hace 35 años. La mayoría de los que viven aquí, apoyan la estación de San Glorio, al margen de sus ideas políticas, pero no estaría mal, ahora que otros han sacado las urnas para reivindicar lo suyo,  que los castellanos voten o,  al menos, los implicados mas directos digan si lo quieren o no. Y si es broma o camelo, porque no tiene pinta de ser cierto después de tantos años con la estación de marras en la boca, pues que se comience a obrar o se liquide, acabando con tanta incertidumbre.

Lo que quiero decir, es que se puede ser respetuoso con el medio, respetando a todas las partes implicadas, como claro queda el ejemplo de la Reserva que en San Cebrián de Mudá gestiona Jesús González y se puede promocionar la tierra permitiendo adentrarse por rutas habilitadas al efecto. 

El asunto está ahí, se quiera o no, y no está ni muerto ni aparcado, como algunos pensaron.

Imagen: José Luis Estalayo

Entradas populares de este blog

Pueblos desaparecidos

Pueblos desaparecidos y despoblados (II)

El descubrimiento del carbón

El Santuario del “Carmen”

Curavacas