Un selecto viajero

A primeros de siglo le proponen un viaje a Miguel Ángel García Guinea, conocido y admirado arqueólogo e historiador, que ya había recorrido en solitario la provincia en los años cincuenta para preparar su tesis doctoral. 


Quien le invita a intervenir parece sugerirle un repaso a lo que vio en el siglo anterior y un balance de lo que todavía puede sorprendernos hoy, en su caso, cincuenta años más tarde.
Me refiero, claro está, a las excelencias de nuestro románico, que aquel selecto viajero llevó al libro "El arte románico en Palencia" (1961) del que se han hecho ya varias ediciones.
Y entendiéndolo así el maestro no percibe notables diferencias porque los edificios se muestran con idéntico alzado de muros que los canteros levantaron en su siglo, aunque, como luego matiza, en la vida todo cambia, todo está en tránsito. No lo ve ni lo siente igual un viajero del siglo XVIII, imbuido por otras manifestaciones artísticas, y el ejemplo se evidencia en la exclamación, cien años después, de quienes califican el Monasterio de Aguilar de "un edificio magnífico en sus ruinas".
Pero con la obligación impuesta de analizar el arte románico del que nuestra montaña está repleta, encuentra las excelencias del paisaje y la calidad humana de las gentes que habitan estos pueblos. Fascinación y embeleso fue lo que sintió este ilustre viajero en aquel tiempo, cuando con 30 años descubre los distintos escenarios de estos rincones nuestros que quedan para siempre en su memoria.

No hay sitio para tanta gente, pero bien nos vendría, al hilo de esta madeja, que vengan los turistas, que aquí no vamos a oponernos con pintadas y seguro que alguno de los que venga, volverá algún día a vivir en ella.

@ De la sección "La Madeja" para Diario Palentino
@ Imagen: Diario Montañés. 

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