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Como se mueve el agua en la batea

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He perdido la fe en cuanto he visto las dificultades que imperan para hacer realidad ese proyecto de unificar las voces. Ha sido un momento. No me atrevía a decírselo por miedo a que lo tomaran como un pulso, que saben lo que me impone perderles a ustedes por una apuesta. Por este motivo anduve perdido durante unos meses, sin programa ni deseos de blandir el bolígrafo, que la crítica o la reflexión ha de hacerse sereno, pues si el hecho de situarse ante un papel en blanco es ya de por sí un ejercicio duro, hacerlo con la fe por los suelos es doblegar un poco otras estaciones donde se visualizan el amor, la esperanza, el sosiego y otras muchas facetas y actitudes que sin la fe se encuentran notablemente disminuidas. Aunque en otros aspectos de la vida podría pasar por un ser ordenado, pocas veces como ahora he abandonado los proyectos: la revisión de alguna vieja novela, la elaboración de algún relato, llegando a detener lo que comenzó siendo una biografía de Barrio y Mier y

Palencia y su montaña (y II)

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Contestando al artículo del escritor Jaime García Reyero: "¿Qué es la Montaña Palentina?" Ver también Palencia y su Montaña I "Santa Ana, madre de la Virgen, abuela por línea materna del Señor, es la patrona de Piedrasluengas, el último pueblo de Palencia si tomamos la dirección de Potes". Isidro Cicero, viajero y escritor cántabro, recuerda en un libro pequeño pero muy ameno, cuando las mayordomas del lugar solían cambiarla de capisayos, según fueran cambiando las solemnidades del año litúrgico. Así, en una ocasiones la revestían de Santa Ana, otras de Santa Eulalia, de Inmaculada y, en ocasiones, de San Antolín, obispo y patrono de Palencia. De ahí procede la plegaria que los romeros cantaban en las procesiones el 26 de Julio: ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO VER DOS VECES LAS COSAS FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020 LECTURAS EN EL BLOG +DE 470

Palencia y su montaña (I)

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Contestando al artículo del escritor alarense Jaime García Reyero: "¿Qué es la Montaña Palentina?" Froilán de Lózar Siendo muy niño, cuando toreaban el Cordobés y el Viti en la vieja plaza, yo bajaba con mi padre a los San Antolines y de su mano, y de la mano de los representantes que a él le vendían las cosas, recorría la ciudad, entonces tan gigantesca y distante para mí. Mi padre nunca faltó a las fiestas de la capital, a excepción de estos últimos años, cuando ya mi madre quedó atrapada por completo en las redes del Parkinson. Paseando por la calle Mayor, Luis me narraba con añoranza los años pasados en Cervera y en Guardo, la incertidumbre que le embargó al llegar por primera vez como maestro a San Felices de Castillería, y yo buscaba una excusa que me devolviera, si no la figura, sí la esencia y el entusiasmo de mi interlocutor. Amigo Jaime, luego te explicaré por qué considero necesario que en Palencia se desate ese interés creciente hacia la mon

¿Qué es la Montaña palentina?

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Carta de Jaime García Reyero En esta ocasión tengo que dar un toque de atención y a la vez de admiración a mi buen amigo y siempre defensor de nuestra tierra norteña palentina, Froilán de Lózar, siempre empeñado en poner de relieve todo lo bueno qu estas tierras dan, de denunciar a grito corito todos sus males, así como el olvido y las muchas espaldas que dan a la montaña palentina.          Froilán es como el moro que, subido a lo más alto del minarete de nuestras montañas, grita una y otra vez a los cuatro vientos con su pluma.          Nuestra tierra necesita más oídos, más atenciones, más realidades y menos proyectos y rpomesas hueros.          Bien por Froilán de Lózar, por sus artículos en este  Diario Palentino  y por sus libros que, entre sus páginas, destila el mejor zumo de palentinismo. Sin embargo, hay algo que quiero exponer aquí y que Froilán no ha tratado en profundidad, quizá porque siempre se ha volcado en su parcela natal, la Pernía. Me estoy

Notable y popular

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En el tercer aniversario de su muerte Cada persona lleva su pasado al libro de la vida. Y en el pasado está la vida de los nuestros. A medida que pasan los años, unas imágenes se difuminan más, otras aparecen más nítidas; las primeras se escapan, las segundas se instalan en alguna parte del cerebro, indican que vivimos intensamente una época, que conocimos otra forma de vida, que degustamos un poco el ambiente y las tradiciones del momento. En Cervera de Pisuerga, frente al Museo Etnográfico, donde se citan artilugios de antaño, Juan y Piedad Isla quisieron rendir homenaje a sus paisanos, que fueron amigos, parientes, conocidos, miembros todos de esa gran familia que es un pueblo. Allí estaban el retrato y la sipnosis de Froilán de la Hera, natural de Areños; Julio Rodríguez Herrero, de Villarramiel, que regentó el Hotel Rubio de Cervera; el practicante Emilio Lagar Lorenzo, que atendió más de mil partos; el almacenísta Amérito Pérez; Filo, la planchadora; Manuel Otero, el barbe