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Corvio

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La tradición asegura que en este pueblo vivían los Curgionios, mentados por Floro   (6) . En el siglo XII, figura documentalmente como Caorbio (7) , y en el Becerro de las Behetrías (siglo XIV), mantiene el mismo nombre, si bien en el XIII se menciona este lugar como "Caorboyo". Toponímicamente, el nombre significa “el lugar situado entre los dos arroyos”. Dentro del mismo Becerro, se hace referencia a un despoblado con el nombre de Sant VeÇeynte de Cantibo (Coruio) (8) . A mediados del siglo XIX fue anexionado al municipio de Matamorisca junto con los pueblos que mencionamos de Matalbaniega y Quintanilla de Corvio, además de Cenera de Zalima y Villanueva del Río Pisuerga, ambos sumergidos bajo el pantano de Aguilar. Encontramos en este lugar la iglesia románica del siglo XIII y, sobre todo, los vestigios de una antigua ermita y necrópolis rupestre, con numerosas tumbas excavadas que se localizan en el pago cercano de San Totís y sobre las que realiza un exhaustivo

Sobre el Condado de Pernía (y V)

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La escritura que comentaba la semana pasada, la firmaba Raimundo en la Abadía de Lebanza en las navidades de 1166, quince años antes de recibir en donación por parte de su tío, el rey Alfonso, todos los monasterios e iglesias, con sus villas y heredades. No es que revista mayor importancia, porque aquello ya es historia y nada queda de aquellos sistemas de gobierno, ni siquiera los pequeños conatos de los envidiables y democráticos Concejos, pero no entiendo la admiración que la figura del obispo despierta en el auditor de la Rota que en 1934 se deshace en elogios calificándolo de Mecenas de Pernía, todo en base a que, en su largo pontificado, que duró casi cuarenta años, se llevara a cabo la reconstrucción de la Abadía y la reedificación de la iglesia y el claustro de la misma, sin recabar en el esfuerzo que hacía el pueblo, verdadero artífice de que se llevaran a cabo aquellas obras con sus limosnas y trabajos. Y con qué liviedad lo publicitan además el colectivo del Arzobis

La deuda histórica

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Leo atentamente la carta que Enrique Martín le escribe al presidente del Gobierno y que publica nuestro diario a primeros de febrero en las páginas de la provincia (2006). Es una de esas cartas que se escriben más con el corazón que con la cabeza, pues las vías de palacio son otras y otros los medios naturales para llegar en un instante hasta la presidencia. Probablemente a Zapatero se la cuenten, si se la cuentan, resumida: “Enrique Martín, el presidente de la Diputación de Palencia, pide dinero para frenar la despoblación de los pueblos. Y nos recuerda el programa estratégico que nuestro partido presentó, comprometiéndonos a cumplirlo si ganábamos”. ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO VER DOS VECES LAS COSAS FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020 LECTURAS EN EL BLOG +DE 300 PUEDE SOLICITAR UN EJEMPLAR A TRAVÉS DE NUESTRO FORMULARIO DE CONTACTO

Cornón de la Peña

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Hay un dicho muy popular por aquí: "Cuerno, Cornoncillo y Cornón, tres cuernos son", en clara referencia a los rincones o "cornijales" que aquí se citan: Cuerno Mura, Cornón de Peña Sagra, Cornón de Peña Santa, etc. que al decir de quienes escriben sobre ellos, no desmerecen la belleza y el sosiego que proyectan. Los investigadores deducen por la raiz céltica de sus nombres que allí hubo un ejército y por la terminación "cillo" se acercan al latino "cella", despensa, y hablan del almacén del ejército. Probablemente, el de Augusto. No confundir con la falda del Cornón, monte que se localiza en el pueblo de Torices, cerca de Potes, ni la cima del alto de Campoo, con 2140 metros de altura.  Cornón viene recogido entre una serie de curiosos nombres, con referencias taurinas, como sus vecinos Cuerno (nombre por el que era conocido el pueblo de Santana) y Cornoncillo. Su iglesia dedicada a San Antolín, es un edificio barroco, de una sola

Sobre el Condado de Pernía (IV)

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Laureano en su larga semblanza alaba las cualidades de Raimundo, tío por parte de madre de Alfonso VIII, el de las Navas, que -según refiere- será quien amplíe y reedifique la iglesia del monasterio de la Abadía entre 1180 y 1185. Consta que es en 1181 cuando el emperador se lo dona a su tío, haciendo extensible el legado a los que vinieran después. Otros autores, como Rafael Navarro, señalan como artífice y promotor verdadero al conde Rodrígo Gustioz y diversos investigadores citan también con algún tipo de responsabilidad a Pedro Caro. Ya hemos hablado en varias ocasiones de los dos capiteles que vendió el siglo pasado el propietario que adquirió la Abadía y que se conservan en el Fogg Art Museum de Harvard, único legado que queda de aquel tiempo. Pero el asunto del poder no es sencillo de descifrar aquí y tampoco es materia en la que yo quiera embarcarme en este recorrido. Yo vengo a despejar las dudas sobre el conocimiento real de la situación en la que vivían entonces, por un