Llenar el corazón
Aunque vuelan los días y el calendario apenas nos deja un resquicio para planificar el año, me siento recompensado de haber sido recibido por Josefa Sordo, de Polentinos, al filo de los cien años, que me recuerda, al estilo del mejor Gila: "cuando nací, yo estaba allí" y que ya se quejaba de la rapidez a la que va este mundo: “Entonces, no duraban na los días". La mujer recuerda los inviernos, cuando al pueblo le había tapado de repente la nieve, y todos venían en casa de la tía Josefa a por el pan que salía de su horno. Esas sensaciones que te transmite una mujer folklórica por naturaleza te suavizan un pasado terrible muchos días, en muchas casas, donde se masticaba sin descanso la conformidad. En abril se marchaba mi padre a los 93 años, cronista silencioso de estos lugares. Muchas de las historias y curiosidades que he compartido con ustedes a través de este diario, que fue el suyo, me las conto él… Mi padre acudía todos los lunes al mercado de Potes, donde