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Palencia y su montaña (y II)

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Contestando al artículo del escritor Jaime García Reyero: "¿Qué es la Montaña Palentina?" Ver también Palencia y su Montaña I "Santa Ana, madre de la Virgen, abuela por línea materna del Señor, es la patrona de Piedrasluengas, el último pueblo de Palencia si tomamos la dirección de Potes". Isidro Cicero, viajero y escritor cántabro, recuerda en un libro pequeño pero muy ameno, cuando las mayordomas del lugar solían cambiarla de capisayos, según fueran cambiando las solemnidades del año litúrgico. Así, en una ocasiones la revestían de Santa Ana, otras de Santa Eulalia, de Inmaculada y, en ocasiones, de San Antolín, obispo y patrono de Palencia. De ahí procede la plegaria que los romeros cantaban en las procesiones el 26 de Julio: ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO VER DOS VECES LAS COSAS FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020 LECTURAS EN EL BLOG +DE 470

Palencia y su montaña (I)

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Contestando al artículo del escritor alarense Jaime García Reyero: "¿Qué es la Montaña Palentina?" Froilán de Lózar Siendo muy niño, cuando toreaban el Cordobés y el Viti en la vieja plaza, yo bajaba con mi padre a los San Antolines y de su mano, y de la mano de los representantes que a él le vendían las cosas, recorría la ciudad, entonces tan gigantesca y distante para mí. Mi padre nunca faltó a las fiestas de la capital, a excepción de estos últimos años, cuando ya mi madre quedó atrapada por completo en las redes del Parkinson. Paseando por la calle Mayor, Luis me narraba con añoranza los años pasados en Cervera y en Guardo, la incertidumbre que le embargó al llegar por primera vez como maestro a San Felices de Castillería, y yo buscaba una excusa que me devolviera, si no la figura, sí la esencia y el entusiasmo de mi interlocutor. Amigo Jaime, luego te explicaré por qué considero necesario que en Palencia se desate ese interés creciente hacia la mon

¿Qué es la Montaña palentina?

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Carta de Jaime García Reyero En esta ocasión tengo que dar un toque de atención y a la vez de admiración a mi buen amigo y siempre defensor de nuestra tierra norteña palentina, Froilán de Lózar, siempre empeñado en poner de relieve todo lo bueno qu estas tierras dan, de denunciar a grito corito todos sus males, así como el olvido y las muchas espaldas que dan a la montaña palentina.          Froilán es como el moro que, subido a lo más alto del minarete de nuestras montañas, grita una y otra vez a los cuatro vientos con su pluma.          Nuestra tierra necesita más oídos, más atenciones, más realidades y menos proyectos y rpomesas hueros.          Bien por Froilán de Lózar, por sus artículos en este  Diario Palentino  y por sus libros que, entre sus páginas, destila el mejor zumo de palentinismo. Sin embargo, hay algo que quiero exponer aquí y que Froilán no ha tratado en profundidad, quizá porque siempre se ha volcado en su parcela natal, la Pernía. Me estoy

Notable y popular

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En el tercer aniversario de su muerte Cada persona lleva su pasado al libro de la vida. Y en el pasado está la vida de los nuestros. A medida que pasan los años, unas imágenes se difuminan más, otras aparecen más nítidas; las primeras se escapan, las segundas se instalan en alguna parte del cerebro, indican que vivimos intensamente una época, que conocimos otra forma de vida, que degustamos un poco el ambiente y las tradiciones del momento. En Cervera de Pisuerga, frente al Museo Etnográfico, donde se citan artilugios de antaño, Juan y Piedad Isla quisieron rendir homenaje a sus paisanos, que fueron amigos, parientes, conocidos, miembros todos de esa gran familia que es un pueblo. Allí estaban el retrato y la sipnosis de Froilán de la Hera, natural de Areños; Julio Rodríguez Herrero, de Villarramiel, que regentó el Hotel Rubio de Cervera; el practicante Emilio Lagar Lorenzo, que atendió más de mil partos; el almacenísta Amérito Pérez; Filo, la planchadora; Manuel Otero, el barbe

El Oso

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César Rueda, mi joven pariente de Polentinos, lleva bien anotadas las veces que ha visto al oso. Treinta y cinco, me dice, con un halo de incredulidad rezumando en sus ojos, propio de quien trabaja para ellos, a la orden de la Fundación Oso Pardo. Le pregunto por Guillermo Palomero, el presidente, uno de los hombres, es verdad, y a los hechos me remito, que más fe han depositado en este empeño de conservar para las generaciones venideras el escaso y magnífico legado de los osos ibéricos. ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO VER DOS VECES LAS COSAS FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020 LECTURAS EN EL BLOG +DE 260

Casas y hospederías

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Vengo de visitar el convento de San Andrés de Arroyo, donde la priora, Delia Cajigal, hermana de los herreros de mi pueblo, Pepe y Conrado, que en su día me participó toda la historia que allí dentro se mueve, me comunica, en medio de las otras religiosas, la desaparición de la cabeza del patrono, una talla preciosa que algún experto en robos sacros cortó con destreza para que luzca hoy a escondidas, quién sabe dónde, lejos de aquellas tapias. ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO VER DOS VECES LAS COSAS FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020 LECTURAS EN EL BLOG +DE 150

Asomados a esta tierra

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Nada que ver con los nacionalismos. Nada. Ni una palabra. Ni una mirada. Ni una pizca de comprensión hacia sus pautas. Para mí hay un mundo ahí afuera sin hogar y sin patria, hay un mundo con gentes de todos los colores al que me gustaría pertenecer. Para ellos, el mundo -entiendo yo- es una isla con su bandera, con su himno, con su lengua. Ellos quieren vivir en minúsculas, en solitario, sin ligaduras de ningún tipo a quien de alguna manera estuvieron unidos durante años. Quieren vivir por ellos y para ellos solos. Nada que ver con estos autosuficientes y convencidos independentistas. Nada que ver con ningún tipo de nacionalismo, ni con el nuestro. Nada que ver con ninguna fuerza política, ni del País Vasco donde vivo, ni de Castilla, la tierra de la que procedo. La tierra de mis padres, la tierra de mis antepasados, personajes escondidos de un diario cualquiera de Miguel Delibes, al pie de Peña Labra, tocando ya las Ventas cántabras. ¿ Castilla está olvidada?  Es el l

Después del encanto

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Sigo con interés todas las historias que en los últimos años se vienen publicando en los periódicos sobre la Montaña palentina. Con interés y con preocupación. Más de lo segundo que de lo primero, porque ni machacando la piedra, como nos auguraron, se hace agujero, se consigue el afianzamiento mil veces pronosticado. Y lo sabemos. Y no podemos hacer nada. Es importante que antes y después de estas palabras: que antes y después de este escrito, vengan otros, que canten aquellos que lo sienten y lo viven de manera distinta y que sus cantos minimicen así nuestro presunto abatimiento. Si hay cien personas en un pueblo y a las cien les preguntan lo mismo, te darán cien respuestas distintas. Sabes que habrá cien puntos encontrados, cien capítulos de una historia diminuta que lo aúnan todo: progreso y decadencia, envidia y duelo, desprecio y remordimiento... Todo el mundo sabe desde hace mucho tiempo que los pueblos se mueren. No se puede evitar que mueran las personas que trabajan en

¿Hay alguien ahí fuera?

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Desde pequeño, como la niña que recrea el personaje de Jodie Foster en la película ‘Contact’, siempre me sentí atraído por el misterio de otros mundos. Frente a la soledad a la que el ser humano debe encararse cada día y a los grandes acontecimientos que cambiaron la visión de las cosas, hemos tenido la suerte de nacer en una época jalonada de acontecimientos y de avances.   Hace unos años, cuando conocí a través de los medios de comunicación que existía una agencia en Barcelona que contrataba viajes al espacio para primeros del 2000, hice una fotocopia y se la entregué a un amigo apasionado de todo aquello relacionado con la ciencia. “Piden quince millones por un viaje de una semana” —le advertí. “¿Sólo quince millones? Eso es un regalo. ¿Tú sabes lo que eso significa?”. Y entonces comprendí que no necesitaba preguntarle más. A través de un cristal imaginario, vi mi cara de niño contemplando el cielo desde un monte cercano a nuestra casa. Éramos cosas diminutas frente a aquel Univ

Charly, 007

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Voy deprisa. El mismo día que el agente 007, Pierce Brosnan, se lanza al vacío desde uno de los edificios que da vista al Museo Guggenheim, me llama Charly, el empresario de Lantadilla, que expone en la feria de muestras de Bilbao, al lado de otras empresas de Castilla y León, que traen productos de nuestra tierra con nuevos envoltorios, otros sabores y la intención loable de llegar a más gente. Vamos corriendo. Me lleva Leandro Arúe, amigo de ambos y al llegar al stand nos fundimos en un abrazo. Enseguida se pierde por una puerta para volver a entrar con dos copas en las que vierte un orujo de hierbas exquisito. Me habla de sus proyectos inmediatos. Cuenta un chiste, cuenta otro chiste, llama a la puerta de quien exhibe la morcilla de Burgos, en otro lugar le llenan una bandeja de chorizo, más allá de cecina... Aureliano mete entre los dedos un habano adquirido en la isla y borda cada encuentro. De todas las provincias llegan gentes buscando su producto. Su último contacto, real

El mal de todos

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Nadie está libre de las miserias de este mundo. Nadie. El dinero y la inteligencia abrirán puertas. Los títulos y los trajes podrán vestirte de prestigio. La escuela de la vida te aliviará el camino. Y si, además, tienes un poco de suerte, te sonríe la fortuna, te arropa la familia y los amigos, el camino se te hará más ligero, pero ni siquiera con todas las cartas de tu parte encontrarás ese camino de rosas que soñaste. John Bayley lo sabe bien. El autor británico refleja en su libro “Elegía por Iris”, cómo él, “un joven académico espectacularmente ignorante respecto a las cosas mundanas, se quedó prendado de Iris Murdoch...”, como ambos tomaron la decisión de no tener hijos, absorbidos por unas carreras deslumbrantes. Escritores de reconocido prestigio en su país, montados en una línea que parecía no romperse nunca, llegan al ocaso de su vida y se dan de bruces con el terrible mal de Alzheimer. Ese es el mal de todo el mundo. Nos olvidamos que está latiendo ahí, hasta que nos en

Luther King o el sueño... [de Obama]

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Para un hombre como Martín Luther King, que no era demócrata, que no era republicano, que ni siquiera se consideró nunca norteamericano, el sueño que soñó para los 22 millones de negros se vio interrumpido por una bala que le entró por el cuello el primer jueves de abril de 1968. Dicen del asesino que le gustaba lucir públicamente su racismo, que balbuceaba palabras en español (de la época en que regentó un bar en Méjico) y que se inscribe en un curso por correspondencia para aprender a abrir candados sin llave. Dicen del asesino, que huye, se transforma, burla al FBI mil veces y que, aún hoy duerme en la cárcel sin haber contestado a la pregunta: ¿Por qué? Lo cierto es que, el autor de “Marcha hacia la libertad”, admirador de Gandhi, también Premio Nóbel de la Paz, estaba convencido de su lucha pacífica. “Os destruirémos con nuestra capacidad de aguante””Para ganar nuestra libertad, le hablaremos a vuestro corazón y a vuestra conciencia, y al final venceremos”. Y el mismo año que

Rito animal

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Froilán De Lózar Unos días antes de que Jesús Sánchez Merino, vecino de Matabuena (Segovia) denunciase los malos tratos que acabaron con una burra de su propiedad y causaron graves daños a otra, ambas en avanzado estado de gestación, el director de un periódico de Valladolid me explicaba por teléfono las razones que aconsejaban no publicar el artículo “Rito animal”, que a primeros del pasado año viera la luz en el “Diario palentino”. Una de las razones esgrimidas para el rechazo de la citada crónica, era el matiz desagradable que despedía, en constante referencia a animales que siempre se utilizaron para la tradición. “Y tú sabes el renombre y la importancia que tantos pueblos de Castilla y León han alcanzado gracias al eco de esas fiestas”.  No soy ecologista. Tampoco soy naturalista. Expongo en este rincón mis pensamientos sin más ambición que la de comunicarme con un pequeño y fiel grupo de amigos. No pertenezco a ninguna Asociación y es probable que alguno de m

La rosca infinita

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Nada cambiará tanto como para ignorar nuestra procedencia. Hemos corrido mucho. Los últimos tramos de este siglo han sido carreras desbocadas, aceleradas. Pisotones. Ya hemos llegado. ¿Qué nos espera?¿Quién nos espera?¿A quién esperamos? Si hay algo que de verdad me inquieta es el punto final de tanto pronóstico. Porque aquí venimos a divagar no en la manera quijotesca de los videntes, sino en la inquietud y la pregunta de tantos millones de mortales. Se descubre el mundo. Se planea. Edificamos sobre él. Innovamos a velocidades supersónicas. Todo está bien, pero no encontramos el punto exacto, el momento ideal, el soporte perfecto que nos sirva ya como camino definitivo. Es evidente que debemos proyectarnos a un futuro, a un espacio sin puerta, a una historia sin final. Parece que la inquietud no nos dejará nunca. Y la ambición tampoco. Después de clonar una oveja no cejaremos hasta clonar al ser humano; después de subir a la luna, vamos buscando vida en Marte. Y lo que nos cabrea n

Bilbao 2000

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Hoy he sentido la tentación de escribiros unas letras de Bilbao, desde Bilbao, la ciudad donde vivo, en la que me instalé hace treinta años y en la que he contactado con muchos palentinos que dejaron su pueblo. Desde ella me proyecto periódicamente hacia ustedes a través de este Medio más que centenario. Pero, conozco Bilbao, sobre todo, a través de quienes le vivieron. He tenido la suerte de entablar amistad con personas que nacieron muy cerca de la ciudad: marineros, constructores, tenderos; Nacionalistas defensores de Arzalluz –pese a todas las razones expuestas por columnistas y contrarios– y Nacionalistas, admiradores sobre todo de Atutxa, el hombre de Interior que, en el punto de mira de los terroristas, frente a las ideas que apuntaban los propios jefes de sus filas, se hizo fuerte y defendió primero y ante todo la vida. También vivo y convivo con varios accionistas del nuevo periódico que sustituirá a Egin. Vivimos y debemos soportarnos, buscando la fórmula para qu